Alma Vilches
@AlmaCoLatino
En el quinto viernes de Cuaresma, la feligresía, movimientos pastorales y comunidades de la Basílica Sagrado Corazón de Jesús, en el centro de San Salvador, reflexionaron al interior del templo sobre el significado del vía crucis que es imitar a Jesús, quien soportó la cruz sin miedo a la ignominia, en su pasión y muerte revela la verdad sobre Dios y el hombre.
El vía crucis del hijo de Dios no fue solamente el camino hacia el lugar del suplicio, cada paso, gesto y palabra del condenado, así como todo lo que hicieron y vieron quienes tomaron parte en este drama hacen reflexionar particularmente sobre esos acontecimientos, para que sean invitación con renovado vigor a la mente y al corazón, de la gracia de una auténtica participación.
Participar significa tener parte en la cruz de Cristo y experimentar en el espíritu el amor que esconde tras de sí la cruz de Cristo, reconocer a la luz de este amor la propia cruz, cargarla sobre la espalda y movidos cada vez más sobre este amor caminar a través de la vida.
Según Fernando Villalobos, párroco de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, aquella condición del hombre lastimada por la tentación y quebrantada Dios la asume no con el pecado, sino en la condición humana, para demostrar que uniendo la condición humana a la divina se logra la salvación, “porque tanto amó Dios al mundo que envió a su hijo único para encarnarse y todo el que crea en él tenga vida eterna”, reiteró.
La Cuaresma es un tiempo de penitencias por expiación de las culpas, que incluye el ayuno, abstenerse de hacer algo el cual atrae, comer, o participar en las procesiones. Las penitencias también son contestar con paciencia los inoportunos, soportar con buen humor las mil contrariedades del día, tratar siempre con caridad al prójimo, atender a los que sufren, sujetarse al plan de oración a pesar de estar rendido o desganado.
Si bien el ayuno es dejar un alimento para saciarse de otro más provechoso para el espíritu, contempla desprenderse de cosas, materiales o no, para darse a los demás como gesto de amor, otra forma de ayunar es tomar el tiempo para dedicárselo a los demás, renunciar a actividades no tan necesarias y dar ese espacio a la oración y lectura bíblica.