César Ramírez
Escritor
Con su nuevo libro construye un árbol de metáforas que desde el horizonte permite observar el fecundo bosque de sus poemas, troche ahora convertidos en libros.
Hace décadas que leo con aprecio sus versos, online así como cultivo el alba que anuncia esa alegría juvenil de compartir fragmentos de sus obras:
Sublimación de la noche (2011) A fin de cuentas la luz depende de la fosa donde estemos.
Alegoría de sus palabras (1992) (La voz tiene su propio misterio/al paso de las sombras/el reloj su propia brújula/vertiendo insomnio en las hojas).
Manjar de la Ceniza (2010) (y Mañana, tal vez, la estancia/ sea pacífica, /Y el prisma de las sombras/ se convierta como el iris/ Líquido de olas/ Solo mañana, mientras el ojo/capta lo que se lleva.
Visión de la muerte (1994) La muerte desprende humo/como una taza de café/ hay en ella memoria de la broza/claridad que gorjea de irreverentes campanas/ejercicio ritual de inmersión/el claroscuro de la canícula del sueño. Nadie la ha visto.
Fuego de la intimidad (1993) ojos que se miran/ y se multiplican en cuatro; / dos manos, cuatro manos, / aprehendiendo la galaxia de los poros.
Alegoría de las palabras (1991) primera edición suelta… VIII Soy el otro yo en un rebaño de crepúsculos/ saliendo de las bestias del horizonte/ de los callejones crujiendo su consciencia/ de la locura del sol/ incendiando el piso con baldadas de luz.
Balcón del vértigo (2014) Quiero empezar a vivir el olvido, escribir un catálogo de zapatos/ o sencillamente, escribir un epitafio en tus poros, ahora que hemos/entrado al trance “poshumano” del desarraigo…
Esta pequeña muestra de versos es mi ejercicio de libertad, de lectura, lo afirmo porque disfruto observar el trabajo constante de André Cruchaga. El poeta congela los textos con muchos recuerdos de las fechas, junto a sus palabras dedicadas en sus libros.
Ahora leo Vía libre (2016) Escritura “Se ha hecho memoria la voz del mar. El largo puño de la sangre”.
Uno puede en el mosaico de las percepciones coincidir en las palabras, eliminar todo fantasma de categorías materiales y construir efectivamente un mundo posible, alimentar descubriendo el horizonte que niegan nuestros límites sociales, destruir la infame historia de nuestra humanidad de unos contra otros en todo, no obstante solo en breves momentos reflexivos bajo la bandera de la paz podemos percibir otra esperanza planetaria, como la rosa que crecen en el concreto.
Pero existe la palabra de André Cruchaga, con ese oficio de arquitecto de metáforas que abate la pobreza de la imaginación de aquellos que se niegan a ver otras dimensiones, otorgando la vista a los ciegos para contemplar la belleza que emerge en cada libro.
No es mi intención construir la idolatría de la palabra, porque tarde o temprano el destino de se encarga de su ajuste de cuentas, por ello prefiero otorgar mi reconocimiento por su obra, esa que no solo reseñan sus libros sino por su paciencia en educarnos en tan maravillosos resquicios de otras luminosas esferas que ignoramos.
Así en determinado momento sus palabras transforman el entorno, cantan, brillan, respiran, sigilosas nubes flotan a nuestro alrededor, mientras a pesar del ruido exterior de autobuses, motos, gritos de niños, aparatos de sonido con sus “teatros de hogar” en el volumen inadecuado, y a pesar de todo en ese espacio del poema recobramos la inocente alegría del descubrimiento de otros universos de la mano de André.
Desde la llanura de un lector de poesía, saludo su obra y su nuevo libro, confirmando la cita de Heidegger “Soy lo que digo”, Andrés es lo que escribe junto a la certeza de su vocación.
San Salvador 04ABR016