Ramón D. Rivas*
Hace algunos meses recibí de mi buena amiga costarricense, health y pionera de la antropología en ese país, la doctora María Eugenia Bozzoli el libro titilado Viaje del cónsul francés por Centroamérica, 1888-1889, documento interesante que ha sido presentado y traducido por el académico Orlando Salazar Mora y publicado en el 2009 por la Editorial de la Universidad de Costa Rica. Por su relevancia transcribo, en las próximas dos entregas la parte que el cónsul describió sobre su llegada y estancia en nuestro país en esos años de gobierno liberal. Se trata del cónsul francés para Centroamérica radicado en Guatemala el señor Meynaud que después de su visita envió al Ministerio de Relaciones Exteriores de su país un manuscrito de treinta y cinco folios. El relato dice así: “Llegué a la Libertad el 8 de febrero muy de madrugada e inmediatamente descendí a tierra con el comandante del puerto, que había recibido la orden de venir a buscarme. Él me condujo a la capital que estaba engalanada con los colores franceses y nacionales, y como en las otras Repúblicas, fui recibido con los mismos honores y las mismas señales de cortesía. Almorcé con el comandante del puerto y enseguida partí hacia San Salvador a donde llegué a las 9 de la noche, después de un viaje de ocho horas en un horrible carruaje por caminos atroces. Tuve que sufrir cruelmente del calor y de un polvo enceguecedor. A dos horas de la capital encontré al Subsecretario de Estado de Relaciones Exteriores quien venía a mi encuentro en el coche del Presidente. La colonia francesa vino igualmente a recibirme. Me condujeron directamente al apartamento que me había sido preparado por la atención del Gobierno. Al día siguiente fui a saludar al Ministro de Relaciones Exteriores y algunos instantes después él me acompañaba donde el Presidente. Como en todas partes de mi viaje, fue acogido con la más grande amabilidad. El general Menéndez es un hombre muy sencillo, que bajo las apariciones poco atractivas es muy inteligente y honesto. Desde que está en el poder él ha podido mantener la tranquilidad en el país y ante todo levantar las finanzas del país, que habían sido dilapidadas durante la administración de su antecesor el señor Zaldívar. Al salir de la casa del Presidente fue conducido donde los diferentes ministros que no escatimaron toda clase de muestras de simpatía, tanto para mi país como para mí personalmente. Todavía aquí, como en los otros países oí expresar los mismos sentimientos sobre Estados Unidos. Estarían verdaderamente felices de aprovechar la primera oportunidad que se ofreciera de quitarles el monopolio de la navegación en el Pacífico. Lo que ya he dicho al respecto en este informe, puede aplicarse igualmente a El Salvador, por lo que no insistiré sobre lo mismo. El Salvador es quizás la más avanzada de las cinco Repúblicas. Aunque es la más pequeña en superficie, es la más poblada. El censo de 1887 le atribuye 664.513 habitantes; es decir, 84 por milla cuadrada. En general, la población es trabajadora y el extranjero es bien recibido, pues se sabe que es solamente por él que podrán desarrollarse las riquezas con que la naturaleza ha colmado estas regiones. Sus principales recursos están basados en la agricultura. Su suelo produce una gran variedad de maderas de construcción, de ebanistería y de tintes, plantas medicinales e industriales y una gran cantidad de frutas y legumbres de toda clase. El café, el cacao, el índigo, el arroz, el tabaco y los frijoles negros son objeto de un cultivo especial. De todos los productos exportados, el café es el que da lugar a las más importantes transacciones con los mercados europeos. El índigo viene enseguida; el tabaco, el arroz y los frijoles negros son enviados a los otros países de Centro América. El último de estos productos, designado bajo el nombre de frijoles, constituye el plato nacional de las cinco Repúblicas y es objeto de un gran consumo. El Gobierno presta una atención especial al desarrollo de la agricultura. Desde 1880 había organizado un comité central que tenía por misión trabajar para su desarrollo. Una finca modelo y una escuela de agricultura habían sido creadas con este propósito, pero sus intentos desgraciadamente no tuvieron éxito, debido a la poca perseverancia y continuación de los proyectos, que se encuentran en todos estos países. Existen en la República 15.408 explotaciones agrícolas que se dedican a la cría de animales, al cultivo de café, de la caña de azúcar, del cacao, de bosques, de queso de banano y de otras diversas plantas; 3.095 máquinas son utilizadas en estas propiedades. El comercio de El Salvador progresa rápidamente; el total de sus importaciones se elevó en 1887 a 177.515 bultos con un costo de 3.343.820 piastras; en 1886 eran de 142.925 bultos que valían 2.427.643 piastras. Los artículos importados venían de Estados Unidos, de Francia, de Inglaterra, de Alemania y de Italia. Los productos objeto de las más grandes transacciones son las telas de toda clase, la harina, los vinos y los licores, los productos alimenticios, farmacéuticos y todos los artículos de primera necesidad. Las exportaciones siguiente la misma marcha ascendente. Los productos del país son exportados hacia Estados Unidos, a Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, a las otras Repúblicas de Centro América, a Colombia, a Perú y Chile. En 1887 exportó 202.719 bultos por un valor de 5.242.696 piastras, mientras que en 1886 exportó 209.745 bultos por un valor de 4.754.648 piastras. El café y el índigo representan ellos solos la casi totalidad de las exportaciones. El índigo representa un valor de 1.556.634 piastras. El café representa un valor de 2.780.233 piastras, es decir, juntos 4.336.867 piastras, lo que deja para los otros productos solamente 805.829 piastras. No sería necesario concluir que los otros productos del suelo no tendrían que ser más ventajosamente cultivados. La mayoría de los agricultores abandonan en la actualidad todo otro cultivo que no sea el café, que alcanza después de algunos años precios excesivamente elevados; el quintal de 50 kilos se vende hasta en 22 y 23 piastras. Esta alza de precios que se produce bruscamente ha provocado una completa transformación en la agricultura. El agricultor que cultivaba la caña de azúcar, seducido por ganancias considerables, renunció a su antiguo cultivo para dedicarse exclusivamente al del café. Considerables fortunas han sido hechas desde hace dos o tres años con este producto. En efecto, el precio de costo del cultivo por quintal, varía entre 5 y 6 piastras, es pues un beneficio neto de 16 o 17 piastras por quintal. Algunas propiedades producen anualmente de 10.000 a 15.000 quintales. Es de temer, sin embargo, que estos precios absolutamente anormales no se mantendrán, pues han sido la consecuencia de la escasez de la cosecha en Brasil y los que hoy comienzan a sembrar café se exponen a serias decepciones, pues es casi seguro que cuando sus plantaciones empiecen a producir, dentro de cinco años, los precios habrán caído a su curso normal…” Continuará
*Director. Dirección de Cultura. Universidad Tecnológica de El Salvador