Por Paula Carrillo/Bogotá/AFP
Líderes de las víctimas de Bojayá, diagnosis oeste de Colombia, stuff donde en 2002 murieron 79 personas por una bomba de las FARC, se declararon conmovidos por la petición de perdón que esa guerrilla hizo la víspera en el sitio de los hechos.
«Fue un acto que realmente a nosotros como víctimas nos conmovió y creemos que ha sido el inicio de un proceso de reconciliación que empezamos a construir», dijo en rueda de prensa en Bogotá Leyner Palacios, dirigente del Comité de Derechos de las Víctimas de Bojayá.
En mayo de 2002, en el casco urbano de ese municipio del deprimido departamento del Chocó, en el Pacífico, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lanzaron un cilindro bomba contra milicias paramilitares, en medio de combates.
Sin embargo, el artefacto artesanal no afectó a los combatientes de extrema derecha, sino a los civiles que se refugiaban de los enfrentamientos en la iglesia del pueblo. Unas 79 personas murieron -incluidos 49 menores de edad- y más de 100 resultaron heridas.
«El momento de ayer, para las comunidades, era bastante fuerte. La tristeza era evidente en los rostros de la población», señaló Palacios, quien describió la «solemne» ceremonia, en la que el comandante guerrillero Pastor Alape habló en representación de las FARC.
«Hace 13 años que pesa en nuestros hombres el dolor desgarrador que les afecta a todas y todos ustedes. Hemos reconocido el hecho y reafirmamos un hondo pesar por el resultado nunca buscado ni querido», afirmó compungido Alape, delegado insurgente en las conversaciones de paz que sostienen las FARC y el gobierno desde noviembre de 2012 en La Habana.
Cánticos y sanación
Además de escuchar el acto de contrición, afectados y victimarios, entre ellos afrodescendientes e indígenas, participaron en un ritual de sanación.
Los cánticos funerarios tradicionales (alabaos), danzas y obras de teatro, con los actores vestidos de negro, hicieron igualmente parte de la programación.
De aquella voladura de la iglesia hace 13 años, hasta el Cristo que gobernaba el altar quedó mutilado. En una caja de madera, y rodeado de velas, este símbolo de la masacre presenció igualmente el acto, según imágenes proporcionadas por el Comité de Víctimas.
Además de la responsabilidad de las FARC, los afectados destacaron igualmente la de los paramilitares «por haber tomado a la población civil de escudo humano», y la del Estado, «por no haber atendido alertas tempranas» para prevenir los hechos y por «abierta connivencia» con estas milicias.
«Hay otras responsabilidades aquí en juego, y se deben hacer otros reconocimientos por parte de los paramilitares y también por parte del Estado (…) para explicar por qué esta comunidad se encontraba en este estado de desprotección», dijo por su parte durante el acto del domingo Sergio Jaramillo, delegado del gobierno en el proceso de paz de Cuba.
El proceso de reconciliación en el empobrecido municipio selvático del oeste colombiano, inició en diciembre de 2014, cuando Palacios viajó a Cuba para dar su testimonio frente a los negociadores de ambas partes.
Tras una primera petición de perdón de los miembros de esa guerrilla a las víctimas que fueron a la isla, se comenzó a organizar este acto de reconocimiento de responsabilidad, en el suelo mismo donde cientos cayeron por esquirlas, bombas y balas, durante una de las épocas más duras del conflicto armado.
Bojayá es uno de los casos más emblemáticos de los más de 50 años de conflagración interna en Colombia, donde se han enfrentado rebeldes, paramilitares, fuerzas militares, en una lucha permeada además por el narcotráfico.