Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
“Yek tunal, Tiwalajtuk yek” (Buenos Días, Bienvenidos), gritan los niños y niñas, mientras abrazan nuestras piernas y sonríen felices. Hemos llegado a la Cuna del Náhuat, en Santa Catarina Masahuat, departamento de Sonsonate, acompañados de las nantzin (señoras) Victoria Pérez y Guillerma López, encargadas de heredar el idioma náhuat y el contacto del alumnado con sus propio origen.
La enseñanza que utilizan las nantzin tienen el acompañamiento de dos maestras del sistema de educación (MINED), para reforzar el método pedagógico que se aplica a través de palabras, frases, canciones, juegos, danza y relatos orales, de los cuarenta infantes, que entre los tres a cinco años nutran sus raíces ancestrales en la cuna del Náhuat.
La iniciativa de las Cunas del Náhuat nacen de los Pueblos Indígenas. Juliana Ama de Chile integrante de Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño (CCNIS) principal activista de esta modalidad de enseñanza náhuat, tiene la coordinación de estos dos espacios educativos en las que colaboran las nantzin náhua-pipiles, así como el impulso de otras iniciativas para enseñanza a jóvenes y adultos.
Fue el 21 de febrero de 2017, cuando la Asamblea Legislativa con el decreto 528, a tono con una resolución de la ONU/1999, promulgó la conmemoración del “Día de la Lengua Náhuat”, el Día Internacional de la Lengua Materna, en reconocimiento a los Pueblos Indígenas y su cosmovisión.
La nantzi Victoria usa un moño alto de su cabello lacio e intensamente negro, su piel morena y su rostro afable, lo remata con su güipil y corte (blusa y falda) de colores intensos y llamativos, que identifica a su pueblo ancestral.
Originaria de Santo Domingo de Guzmán, asentamiento indígena que limita al Norte con Santa Catarina Masahuat explicó, proviene del seno de una familia nahua-hablante, y que incluso sus abuelas maternas nunca hablaron “español”.
Mientras, Guillerma López López también nahuablante ha compuesto canciones y vocabulario para aprender náhuat, su infancia estuvo vinculada al trabajo manual de objetos de barro, con el apoyo de sus hermanas. Junto a nantzin Victoria atienden a sus alumnos de la Cuna, en Santa Catarina Masahuat.
“Así nos crearon, así aprendí (oyéndolo), no lo podemos escribir, hasta ahora estamos aprendiendo a escribir y a escribir en náhuat. Con mi padre lo hablamos, así normal. Mi abuela Petrona García murió a los 106 años, y nunca habló español. Yo, a mis hijos no les enseñé náhuat, pero a mis nietos sí, y aprenden rápido”, comentó.
Asimismo, la creación de las Cunas del Náhuat, no la han tenido fácil, relató Victoria, que como fueron puestos a prueba con el proyecto al que se ha sumado el gobierno local de Santa Catarina Masahuat, a cargo de Alba Yesenia Eguizabal.
“Al principio algunos padres de familia, no querían que sus hijos, aprendieran náhuat, y de los 19 alumnos fueron quedando 17, en los primeros meses y eso lo entiendo, porque hubo un tiempo que hasta mi padre, nos dijo que el náhuat no nos iba a servir de nada y que se iban a burlar de nosotras, y mejor no dijéramos que sabíamos, pero una amiga de mi infancia sabía y me llevó a la Cuna de Santo Domingo, y llevo más de quince años trabajando en esto”, relató.
Actualmente, la matrícula es de 44 niños que está fortalecida con la cooperación de la alcaldía municipal, la Universidad Don Bosco y el Ministerio de Educación, así como dos licenciadas en educación parvularia, padres y madres de familia que contribuyen con alimentación o acompañamiento.
“Logramos una buena reacción con las madres de familia, luego que la alcaldesa las llamara, les explicó todo y lo tomaron a bien; como nosotros decimos tengo a cargo 22 niños, y nantzin Guillerma a los otros, son un grupo y una nantzin más que nos ayuda con el lavado de manos y aseo, durante tres horas y media, de cada día. Y las madres que traen alimentos para el refrigerio de los niños. Son preciosas cuando cantan ellos lo hacen de manera natural, no lo escriben solo lo hablan, como nosotras. Y entiendo también, al joven que le da pena hablar náhuat, aunque sea originario de allí”, dijo. “Me gusta mi trabajo, salgo antes de las seis, para estar antes, que lleguen los niños a la Cuna del Náhuat, me gusta lo que hago, y que bonito es porque cuando yo vengo con mi traje -algunas personas- me dicen que me veo elegante con mi güipil y corte; y es como mi uniforme para trabajar y conectarnos más con nuestras raíces. Me gusta lo que estoy haciendo, y voy a seguir, porque los niños aprenden fácil, son como esponjitas todo lo absorben y rápidamente”.
Al salir de la Cuna del Náhuat de Santa Catarina Masahuat, toca despedirnos de las nantzin, las maestras y los educandos, que nos gritan muy alto, “¡Shiawa” (adiós), “Shumet yek” (que les vaya bien), por tanto, solo podemos responderles “Timuitat Tel” (Nos vemos, pues).
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