Licenciada Norma Fidelia Guevara de Ramirios
El mes de octubre registra para la historia el rechazo de los pueblos suramericanos al neoliberalismo; unos lo han hecho con protesta en las calles y otros con votos en las urnas eligiendo a quienes se comprometen a detener los intentos de restauración neoliberal en sus países.
En Ecuador las protestas masivas y espontaneas no se hicieron esperar al conocerse la disposición del presidente Lenin Moreno de establecer medidas económicas recomendadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que afectarían la capacidad adquisitiva de la gente. Entre esas medidas estaba el incremento del precio de los combustibles, disminuciones salariales en el sector público y otras que favorecerían a las grandes empresas.
Las protestas fueron reprimidas, el mandatario culpaba a Venezuela y desató tanta brutalidad que provocó muertes, más de mil detenidos, más de mil heridos y sigue la persecución selectiva a opositores.
Los dirigentes de los pueblos indígenas exigieron la derogatoria del Decreto 883, bajo la idea de que en otros tiempos cayeron los presidentes pero persistieron las medidas que afectan al pueblo; el mandatario retrocedió, derogó el decreto y se abrió el diálogo con participación de la Conferencia Episcopal y de las Naciones Unidas.
En Chile, otras medidas propias también de programas de ajuste recomendados por el FMI, que incluyeron el alza al pasaje en el metro, despertó el rechazo de jóvenes estudiantes que se extendió a otros sectores, rechazo que va más allá del pasaje del metro, es el producto de la dictadura, la desigualdad, los costos de la salud, la educación y la vivienda.
El presidente desata la represión más brutal contra el pueblo, se declara en guerra, deposita el mando de la confrontación en un militar y con ello logra más protesta de un pueblo que reivindica el derecho a expresar su hartazgo con el modelo presentado fuera de las fronteras como un milagro a costa de las privaciones de las mayorías populares.
Estos pueblos mantienen a la espera de algo más que parar el avance de un modelo empobrecedor y antidemocrático.
Por otra parte tienen lugar elecciones en Bolivia, Argentina, Uruguay y Colombia y en todas ellas las expresiones mayoritarias favorecen opciones políticas de izquierda y progresistas; cada una con sus propias reglas constitucionales.
Tanto en Bolivia como en Argentina rige la norma de definir la elección presidencial con mayoría absoluta de votos o la de evitar una segunda vuelta, si la diferencia entre el primer y segundo lugar es de 10 %, y en el caso argentino cualquiera que supere el 45 % de votos a favor puede ser considerado ganador.
En Bolivia el MAS con Evo Morales a la cabeza logró la reelección presidencial por cuarta ocasión, los pueblos indígenas reafirmaron el rumbo de cambios iniciado en 2006 que recuperó soberanía sobre sus recursos naturales, emprendió un proceso de mejoría en la calidad de vida de su pueblo, el crecimiento de la economía, redujo la deuda externa y mantiene una política exterior independiente; el pueblo boliviano rechazó a la oposición que pretendía retornar al pasado.
En Argentina, el Frente de Todos con Alberto Fernández y Cristina Kirchner obtuvo el 48.03 % de los votos, la mayoría rechazó al actual gobierno de Macri que ha representado retrocesos en las condiciones de vida de la gente, sometimiento a dictados del FMI. La esperanza de recuperar a ese país para el bienestar de todos, es el compromiso de la fórmula que ganó en primera vuelta, y saben que ya lo han hecho en el pasado, sacar de la crisis social, económica y financiera; sin duda les será difícil por la condición en que se encuentra hoy.
En Uruguay, el Frente Amplio ganó mayoría de votos con más de 40 % y su seguidor no alcanza ni el 30 %, sin embargo, será necesario luchar en una segunda vuelta para asegurar que ese hermano país continué un tercer mandato por el camino de los cambios, pues la regla constitucional de ese país, como la de nuestro El Salvador, requiere de 50 % más uno de los votos válidos para definir la presidencia.
En Colombia, las elecciones fueron municipales y el resultado indica un claro rumbo de deslinde de las preferencias en favor de la oposición con diferentes matices; importantes ciudades incluyendo la capital las perdió el partido del actual presidente y las ha ganado la oposición; esas elecciones se realizaron en medio de una brutal represión contra líderes sociales y candidatos opositores.
La suma de estos acontecimientos tiene un solo contenido: el despertar de los pueblos, la comprensión más profunda de los efectos de una política neoliberal sobre la vida de las personas la voluntad de rechazarla. Es esperanzador ese mensaje.
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