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El viejo y los 43 Poncios

Nelson López*

Que más queremos dijo el viejo con cara de amargura y sin estar pensando en la justicia divina sino en la que aquí campea de norte a sur y de este a oeste se quedó pensando en voz alta y hasta con malas palabras e insultos en los poncios que cada siglo que pasa pierden mas credibilidad por la fama que tienen que viven haciendo y deshaciendo gracias a la poderosa mano cuasi divina que los apapacha desde la embajada con poderes plenipotenciarios que ni siquiera les ofrece purgatorio porque ya están predestinados a la horca y al infierno.

Los 43 Poncios no saben ni pilotear, decía el viejo, por lo tanto no tienen nada que ver con Poncio el piloto, sino que con el “desgraciado” (insulto suavizado) que hipócritamente se lavó las manos antes de condenar… y eso es lo mas cruel, que aquí no solamente dijeron “si este hombre no debe nada” sino que los muy hijos de … (insulto abreviado) se pusieron alabar al imputado colmándolo de elogios antes que se lavaran las manos, se las sacudieran y luego se las restregaran en la toalla para que les quedaran secas y ágiles.

Los 43 Poncios, seguía el viejo amargado, nada tienen que envidiarle a los cuatro jinetes de la inconstitucionalidad porque son casi iguales, lo único que les diferencia es que los otros son un poquito más miedosos (destituida la r) y cobardes porque andan todos paranoicos llorando a mares y viendo asesinos de un solo color por todos lados y haciendo los testamentos para dejar las herencias en dólares, en propiedades, porque a huevo las van a tener que dejar ya que no les cabrían y no las podrían llevar en el viaje que tanto divulgan y temen.

Los 43 Poncios en la última lavada de manos, decía el viejo con populares insultos, casi le besaban el dedo al general, y solo me acordé de aquel adagio que decía –cuando el general señala la luna los imbéciles miran el dedo- a imbéciles de verdad, ya nadie les cree y por eso nunca se van a quitar la marca, el 666 que tienen en la frente y que se les ve en lo claro y en las tinieblas. La muchedumbre les insulta y ya no les cree nada, les ven como lo peor, lo corrupto, lo diabólico, nadie les guarda ni el mínimo respeto aunque no se note y me alargo que esos nombres ya se los van a poner a las mascotas sean lagartijas, culebras o perros.

Por qué los 43 Poncios, renegaba el viejo, no entiendo porque la gente los puso ahí, la verdad es que son marrulleros y gozan de armas para el engaño, son capaces de hacernos creer que las piedras son tamales y que el pollo tira luces de colores para aliviar el hambre de los más empobrecidos, pero basta ya de seguir aguantándolos a estos hijos de (autocensurado) y debemos demostrarles que no somos pendencieros (palabra suplente) que por mucho tiempo solo fueron y en el presente siguen siendo serviles de los poderosos y del imperio que los protege como a sus guardianes.

Finalmente el viejo agarró sus tiliches se los echó al hombro levantó con gran esfuerzo el viejo televisorón que solo agarraba el canal de la televisión legislativa lo lanzó al suelo con facilidad y entre los añicos de pantalla y alambres de cobre dio los primeros pasos que no fueron en falso y comenzó a deslizarse como danzando en el espacio para salir a respirar el aire de la desolación y la desesperanza a los que ya fuimos condenados por los 43 Poncios que ya no se lavaron las manos y los cuatro jinetes de la inconstitucionalidad que siguen fieles como siempre. Y el viejo mal hablado se fue a la más … (palabra destituida).   

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