Marlon Chicas
El Tecleño Memorioso
Del baúl del recuerdo de mi madre, extraigo otra simpática crónica, teniendo de fondo una leve lluvia de octubre sobre un rustico tejado del barrio Candelaria, en la que la mi progenitora y el suscrito, nos resguardamos del fenómeno meteorológico, tiempo que es aprovechado por ella a fin de contarme una simpática historieta de su amplio repertorio que a continuación describe.
En la cultura salvadoreña, existe la costumbre de acuñar dichos heredados de abuelos a padres, y de padres a hijos como: “Los lunes, ni las gallinas ponen”, “martes, no te cases, ni te embarques”, “no hay sábado sin sol, ni viejo sin su pozol”, entre otras, para el caso en mención la frase “vientos de octubre, que todo lo descubren”, en alusión a los extintos ventarrones de esta época del año que, debido al cambio climático, llegan con un mes de retraso.
Nuestra crónica comienza en la desaparecida fábrica Flor de Café, en Santa Tecla, en la década del cincuenta, en la que mi madre laboró por catorce años. Cierto día dos operarias conversaban amenamente sobre la llegada de los vientos de octubre, así como las consecuencias que estos traían develando los secretos mejor guardados que las personas poseyeran.
Dicha conversación llamó la atención de otra trabajadora, que en su ingenuidad quiso conocer un poco más sobre el tema, observando sus compañeras el interés que la joven manifestaba por la plática, le explicaron a su manera las repercusiones que los vientos podían tener en su relación de pareja, si por alguna razón existían secretos inconfesables entre ambos, por lo que, decidió indagar más al respecto, entablándose la siguiente conversación.
¿Cómo es eso que octubre todo lo descubre? Preguntó la joven, a sus compañeras, estas respondieron de inmediato, – ¡Si es cierto! si tú guardas un secreto en tu vida de pareja, los vientos de octubre se encargarán de descubrirlo -, asustada la mujer preguntó ¿De verdad? – a lo que ellas agregaron, – Si le has sido infiel a tu pareja, es mejor que lo confieses, antes que los vientos te dejen en evidencia – ante tal noticia la inocente mujer asintió con la cabeza y dispuso seguir el consejo.
Luego de preparar el almuerzo a su esposo, tomó valor declarando el secreto que le angustiaba externó lo siguiente – Amado esposo, deseo confesarte una revelación que guardo en mi corazón – el esposo admirado por tal anuncio e intrigado por la acción escuchó atento a la joven quien dijo -Antes que los vientos de octubre me descubran, te confieso que te engañe una vez nada más, pero no volveré hacerlo – el cónyuge atónito e indignado por la declaración expuso – No sé si sos ingenua o te haces, por creer en tal cosa, sin embargo, por tu sinceridad te perdono, pero una próxima vez ya no – por lo que la cándida mujer, agradeció el gesto no volviendo a cometer tal error.
Al regresar a sus labores en horas de la tarde, contó con alegría su experiencia a sus compañeras de trabajo, provocando las risas y burlas de las operarias, haciéndole caer en cuenta, que esa frase es solo un decir y que nada tienen que ver los vientos en ello, sin embargo, esta experiencia tuvo un final feliz para la sencilla mujer. En conclusión, “los vientos de octubre” son un regalo del Creador que nos debe servir para admirar la obra de sus manos, el cual representa la vida del ser humano,
Como dice el dicho “Si ves la barba de tu vecino cortar, pon las tuyas en remojo” no sea que octubre te descubra, por hoy cierro una vez más el baúl del recuerdo de mi adorada madre.
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