San Salvador/AFP
La ola migratoria de menores centroamericanos, rx remedy que arriesgan sus vidas en una travesía hacia Estados Unidos para huir de la violencia y la pobreza, se basa en una excepción en la ley estadounidense que es aprovechada por los traficantes de personas, según defensores de derechos humanos en Guatemala.
La salida de menores de El Salvador, Guatemala y Honduras hacia Estados Unidos se convirtió en una crisis humanitaria por la creciente presencia de menores en albergues fronterizos de Estados Unidos, adonde llegan transportados por traficantes conocidos como «coyotes», que lucran con el deseo de sus padres de alejar a sus hijos del peligro que enfrentan de ser reclutados por las violentas pandillas.
El director de la guatemalteca Asociación Refugio de la Niñez, Leonel Dubón, dijo a la AFP que el espacio que otorga la Ley de Reautorización de Protección de las Víctimas de Tráfico de Personas es aprovechado por los «coyotes» para ofrecer llevar a los menores con la promesa de que no serán deportados.
Esa ley otorga actualmente a los menores que cruzan solos provenientes de países no fronterizos con Estados Unidos más protecciones jurídicas que a quienes vienen de México o Canadá, para determinar si son víctimas de tráfico.
Al ingresar sin documentos, los menores detenidos son alojados en albergues o enviados con un familiar, mientras la justicia determina su estatus, lo que puede tardar meses y años.
«Es una situación de engaño pues no existen garantías de que a los niños o adolescentes les será otorgado un estatus migratorio de residencia, los traficantes se estan aprovechando de la ignorancia de las personas», dijo a la AFP la encargada del área de migración del Instituto Universitario de Derechos Humanos (IDHUCA), Carla Salas.
Según Estados Unidos, desde octubre del año pasado por lo menos 57.000 menores centroamericanos sin compañía de adultos, fueron interceptados tras emigrar clandestinamente.
Esa crisis fue calificada como una emergencia humanitaria por el papa Francisco, mientras que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pidió al Congreso 3.700 millones de dólares para atender a los menores y acelerar las deportaciones.
Washington prevé que la cifra aumente a 90.000 antes de fines de septiembre, un fenómeno alarmante si se compara con los 39.000 niños registrados en 2013, 25.000 en 2012, y 16.000 en 2011.
Intento por cambiar la ley
El martes, legisladores estadounidenses anunciaron que presentarán un proyecto para modificar la ley que es aprovechada por los coyotes para traficar con menores indocumentados.
El senador republicano John Cornyn y el congresista demócrata Henry Cuellar, ambos del estado de Texas (sur), adonde llega la mayoría de los niños, señalaron que su propuesta enmendaría la ley contra el tráfico humano.
«El número de niños que cruzan se ha multiplicado, principalmente debido a los cárteles» de traficantes, que «se dieron cuenta de esta laguna en la ley», dijo Cornyn al canal MSNBC.
El proyecto modificaría esa ley para que los menores centroamericanos no se beneficien automáticamente de la protección que les concede actualmente la ley y así queden en las mismas condiciones que los mexicanos, lo que agilizaría su deportación.
No obstante, los niños tendrán el derecho de presentar una solicitud de asilo en los siete días siguientes a su detención, con una respuesta expedita de las cortes, en menos de 72 horas.
La realidad centroamericana
Mientras, en los países centroamericanos las razones que impulsan a los padres a enviar a sus hijos menores con los traficantes van desde la violencia de las pandillas hasta la grave situación económica.
Según Naciones Unidas, Centroamérica es una de las regiones más violentas del mundo sin conflicto bélico, con tasas de homicidio de casi 40 por cada 100.000 habitantes.
Recientemente una dirigente del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Martha Juárez, dijo que el incremento migratorio de jóvenes centroamericanos «es indicativo de que tal vez los niveles de violencia o una combinación de factores que empujan a la salida se han vuelto más críticos».
Pero a la violencia se suma la pobreza derivada de la falta de empleo por las malas condiciones económicas en los países, dijo Dubón.
El lunes un grupo de niños hondureños y sus madres llegaron deportados de Estados Unidos, mientras que a Guatemala llegó otro grupo de 16 menores expulsados de México.
«Decidí salir para allá (Estados Unidos) porque aquí no tengo ayuda de nadie», dijo la hondureña Angélica Galvez, de 31 años, que fue deportada la noche del lunes a Honduras junto a su hija Abigail, de seis años.
Los presidentes de Guatemala, Honduras y El Salvador anunciaron que quieren reunirse con Obama para hablar del tema.