Miguel Ángel Dueñas Góchez*
En una noticia televisiva aparecía una redada de jóvenes en conflicto con la ley, una madre oraba y lloraba confundiéndose el llanto con la oración para que le soltasen a su hijo y no le aplicaran la ley, porque lo consideraba inocente. De acuerdo a ello, en nuestro país existe un Consejo de Seguridad Pública, donde se tomaron en cuenta a representantes del sector empresarial, iglesias, el sector municipal -a través de COMURES-, partidos políticos, personas con discapacidad en el tema de seguridad, medios de comunicación, titulares o representantes de distintas carteras de Estado y la Fiscalía General de la República. En cuanto a las iglesias tomadas en cuenta, la católica romana tiene el más numeroso de representantes de los tres grupos en El Salvador, quienes afirman que no van a apoyar la idea de diálogo con pandillas mientras estas no depongan las armas y dejen de medir fuerza con el Gobierno. (http://www.lapagina.com.sv/nacionales/108980/2015/08/01/ Iglesias-integrantes-del-CNS-no-se-ponen-de-acuerdo-sobre-dialogo-con-pandillas).
A pesar de ello, la sociedad salvadoreña no ha cambiado, sigue siendo violenta, crímenes con arma blanca, arma corta, violación de niñas y con ello el aumento sin control de niñas embarazadas forzosamente, feminicidios, crímenes de odio por parecer mujeres, etc., a pesar de todos los esfuerzos por minimizar la violencia y el flagelo hacia las juventudes en El Salvador, darle el poder a las jerarquías de la iglesia católica romana o a la iglesia cristiana evangélica no ha logrado nada.
Por todo lo antes expuesto, creemos que el Estado, además, debe actuar de manera autónoma frente a las iglesias y ningún ciudadano o ciudadana debe evitar el cumplimiento del marco normativo con base a sus creencias religiosas o por la jerarquía que ocupe en cualquier iglesia. Para el caso, el Movimiento por una Cultura Laica (MCL) ha advertido que las citas bíblicas usadas por algunos feligreses para defender la inocencia de personas culpables (caso del pastor Carlos Rivas) desvalorizan “la Ley como el marco regulatorio de convivencia al que estamos sujetas todas las personas”.
Como dice Fernando Savater: “cuando la religión deja de ser el centro de la vida social, es cuando cabe hablar de Estado democrático”.
* Lic. en Relaciones Internacionales.