Isaac Bigio, Analista Internacional
En el mundo aún subsisten varias monarquías, algunas de las cuales llegaron a liderar grandes imperios ultramarinos. Sin embargo, ninguna de estas coronas ha llegado a hacer lo que hoy un ente microscópico viene causando a lo largo y ancho de todo el planeta.
Hoy tenemos un virus con tal poder que ha sido capaz de alterar radicalmente el orden mundial. Debido a este por primera vez en este milenio se aíslan por completo regiones y países enteros, se decretan por doquier estados de emergencia, toques de queda y aislamientos obligatorios de todos los habitantes en sus respectivos domicilios, se eliminan los cruces de frontera o los viajes de pasajeros, y se da inicio a una recesión de la economía global.
Este nuevo “rey del mundo” se llama COVID-19 y ha aparecido un siglo después de la famosa “gripe española”, que causó la muerte de entre 50 a 100 millones hace un siglo. El 4 de marzo de 1918, cuando acababa la I Guerra Mundial, una pandemia hizo estragos sobre una población que había sido sacudida por el más sangriento conflicto mundial y la mayor ola de revoluciones socialistas que hasta entonces se había dado. Dicha gripe, que de española solo tenía el nombre pero no sus rasgos ni raíces, causó más muertes que cualquier conflicto bélico en la historia.
El actual virus viene generando tal pánico que ha logrado algo que no lo ha hecho ninguna epidemia en lo que va de este tercer milenio. Muchos países han suspendido clases y la asistencia a numerosos centros laborales. Numerosas naciones han cerrado totalmente sus fronteras o sus vuelos transcontinentales, internacionales o hasta nacionales. Varias potencias europeas han decretado el cierre de todo establecimiento que no provea alimentos o medicinas. En una buena parte de las naciones se ha cancelado desde viajes que se dan entre países o regiones que mantienen el mismo régimen de libre tránsito. Este virus viene produciendo el enclaustramiento de cientos de millones de personas en todo el orbe.
Varias personalidades quedaron infectadas: desde el famoso actor Tom Hanks hasta las “primeras damas” de España y Canadá. La velocidad con la que este virus se propaga y la ausencia de un antídoto frente a este ha acelerado el pánico.
CARACTERÍSTICAS
Al momento de escribir esta nota (a mediados de marzo del 2020) se estimaba que unas 160,000 personas habían sido infectadas por este virus, de los cuales la mitad se estaba recuperando. El porcentaje de muertos es entre el 3 % al 4 %, aunque esta cifra puede ir variando.
La mayor cantidad de los afectados son personas con diversas enfermedades (respiratorias, cardiovasculares, diabetes, etc.) y sobre todo adultos mayores. En Italia, el segundo país en número de infectados, la mayoría de las más de mil víctimas mortales del COVID-19 son octogenarios.
Sin embargo, es necesario recordar que hay otros males que superan al COVID-19 en la cantidad de muertos al día, tales como la tuberculosis, la hepatitis B, la neumonía, el SIDA o la malaria. Un mal aún peor que cualquiera de estas enfermedades es el hambre, que en pocas horas ocasiona la muerte de más personas que los alrededor de 6,500 casos de victimas letales que ha arrojado el COVID-19 en el último semestre. Mientras el virus con corona a quien más afecta son a las personas que más han vivido, la desnutrición a quien más mata es a los que aún tiene poco tiempo de vida.
Si el COVID-19 ha tenido epicentros en China, Irán y Europa, Latinoamérica por el momento ha sido poco afectada por ello. En esta región más estragos siempre causa el dengue, enfermedad que en el 2019 contagió a más de 3 millones de personas matando a millares, sobre todo en la Amazonía. No obstante, no se habla mucho sobre esto.
Empero, el peor asesino de humanos son las propias guerras. Las que se han dado en las últimas dos décadas cuando los EE.UU. o sus aliados invadieron Afganistán, Irak, Libia, Siria o Yemen han producido millones de muertos, heridos y desplazados.
Lo que ha hecho que el COVID-19 genere una psicosis colectiva es que no existe aún una vacuna contra este virus, el cual, aparentemente, se expande de manera muy veloz y difícil de detectar.
ORÍGENES
A fin de poder combatir mejor a este virus es necesario saber cuál es su origen. Según los medios de información el estallido de esta epidemia ocurrió a fines del 2019 en un mercado de mariscos de Wuhan, la más populosa ciudad de China central.
Algunas teorías especulan que el virus habría saltado de algún animal inusual que se come allí (como murciélagos o pangolines) hasta los seres humanos y de allí se había irradiado al resto del mundo.
Asahi -una cadena de TV y medios japoneses- cuyos periódicos tienen un tiraje mayor al de 11 millones de ejemplares diarios, sostiene que el virus se inició en EE.UU.
Mientras en este último país se han detectado cinco cepas de tal virus, en China solo se ha hallado uno. Larry Romanoff, un consultor y profesor estadunidense que vive en China, sostiene que es su patria el origen de tal virus, aunque en EE.UU. se han confundido muchos casos de coronavirus (que entonces no aparecía con tal nombre) con el de la gripe de influenza.
Anteriormente, China contrajo dos gripes aviares desde EE.UU. (como fueron los casos de la H7NY en febrero 2018 y de la H7N9 en junio de ese mismo año).
Paradójicamente, la epidemia apareció en Wuhan apenas concluyeron los juegos militares mundiales que se dieron en dicha urbe el 18-27 de octubre. Robert Redfield, de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU., al comparecer ante la Cámara de los Representantes declaró que de los 34 millones de casos de influenza y 20,000 muertos por ese mal en su país, “Algunas muertes por influenza se infectaron en realidad con COVID-19”.
Reproduciendo un video de dicho especialista, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian escribió en su muy popular cuenta de twitter: “¿Cuándo comenzó el paciente cero en Estados Unidos?, ¿cuántas personas están infectadas?, ¿cómo se llaman los hospitales? Podría ser el Ejército de EE.UU. lo que llevó la epidemia a Wuhan. ¡Sé transparente! ¡Haz públicos tus datos! ¡Nos debe una explicación!”.
Philip Giraldi -exfuncionario de la CIA- sugiere que este virus puede haber sido creado o modificado en laboratorios como un arma biológica contra China e Irán. En estas dos naciones llama la atención cómo ambas han sido el epicentro de la peor epidemia. Si bien ambas Repúblicas no comparten una frontera tienen en común ser rivales de EE.UU., por lo que algunos hablan de que el COVID 19 sería extrañamente selectivo. China es el principal adversario económico de EE.UU. en el mundo e Irán es el principal rival militar de EE.UU. en el Medio Oriente.
El comandante en jefe del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán, el general Hosein Salami, se suma al coro de quienes sospechan de que el coronavirus sea parte de la misma “guerra informal” que llevó a Washington a asesinar a varios mandos militares persas y chiitas.
No están probadas ninguna de esas conjeturas en sentido que el COVID 19 sea producto de experimentos, pero lo que sí está claro es que Donald Trump ha querido aprovecharse de ello para sus intereses geopolíticos.
Cuando estalló la epidemia en China, el mandatario norteamericano sostuvo abiertamente que se debía sacar provecho del debilitamiento de este rival.
Algo que llama la atención es la actitud de EE.UU. hacia Irán, el país puente entre China y Europa, que tiene el tercer número más alto de infectados de COVID 19 en el mundo.
Un mínimo criterio de buscar proteger a la especie humana de la expansión del COVID-19 conduciría a buscar evitar que Irán, acicateado por este mal y por los efectos del colapso petrolero y el bloqueo económico, pueda recuperarse. Si las condiciones persas se siguen deteriorando esto podría salpicar a una región repleta de masacres, destrucciones y desplazamientos masivos. Si el coronavirus de Irán se expande a las cercanas zonas de guerra de Afganistán, Irak, Siria, Líbano, Palestina, Libia y Yemen esto podría hacer incontenible que contagie a millones de seres.
Pese a ello EE.UU. persiste en sus sanciones.
EXPANSIONES
China inicialmente reaccionó minimizando el riesgo, y luego con un extremo autoritarismo. A decenas de millones de personas se les aisló y colocó en cuarentena mientras que las fuerzas armadas y policiales detenían a todo sospechoso de portar el virus. No están claros los reportes en sentido que algunos de los infectados hayan sido ejecutados.
Sin embargo, en China se ha empezado a contener y luego disminuir los casos de coronavirus al punto que este país ya reclama una victoria contra este mal que, de haberse masificado, hubiese contagiado a la nación donde vive un quinto de la humanidad.
China ha pagado muy caro esta plaga no solo en vidas humanas sino en la debacle de varias de sus industrias y del declive de su producción.
Después que el virus ha venido retrocediendo en China, este viene causando estragos en Italia y en su periferia. Varias naciones de la Unión Europea han decidido cancelar el libre tránsito que hay entre ellas y decretar cuarentenas y estados de emergencia.
El gobierno británico inicialmente ha buscado darle más prioridad a la economía calculando que una difusión controlada del virus podría generar parcialmente anticuerpos en la población.
No obstante, la ola de pánico viene generando las respuestas más draconianas. Una de ellas es la del Perú, República donde aún no se ha producido ningún muerto por el COVID 19, pero donde su Gobierno decretó que en un plazo de 4 horas se cerraban todas las fronteras, se ordenaba el estado de emergencia y se ordenaba a toda la población a no ir a trabajar y a quedarse en aislamiento domiciliario. Este último anuncio se dio sorpresivamente y sin preparar a la población para ello, lo cual podrá generar más confusión y caos.
REMEDIOS
Esta epidemia, así como otras anteriores, muestra que nuestra especie tiene enemigos comunes y que entre nosotros mismos necesitamos coordinar.
En anteriores plagas hay quienes han buscado sacar ventajas. Por ejemplo, cuando los europeos trajeron la viruela, el sarampión y otras enfermedades a pueblos nativos de las Américas o de Oceanía, que no habían estado expuestos a estos males los índices de mortandad llegaron a sobrepasar incluso el del 90 % de la población. Es esa “arma biológica” y no la superioridad racial, militar o logística lo que explica gran parte del éxito de la conquista.
Una respuesta global a la pandemia debería implicar la anulación de las guerras económicas y sanciones que EE.UU. ha impulsado contra China, Irán, Venezuela, Rusia o Cuba. Las medidas económicas y políticas de Trump contra varios de estos países ha debilitado las defensas de estas naciones ante el coronavirus, y en el caso de Cuba, una isla con un sistema de salud social superior al de la mega-potencia de enfrente, le previene de ir más eficiente y rápidamente hacia elaborar una nueva vacuna contra el COVID 19.
La prioridad en esta crisis debe ser defender a los más humildes y necesitados. Esto implica que los Estados deben proveer de jabones, gel desinfectantes, cítricos, frutas, vitaminas, mascarillas, guantes y papel higiénico gratuitos a todos los hogares, especialmente los más pobres. La inversión en estos rubros permitirá salvar vidas y a la economía.
Algo fundamental para evitar la propagación del virus es que todos los habitantes estén bien alimentados y con las defensas altas. De allí que es esencial que todos los Estados garanticen esos derechos.
Algunos Gobiernos neoliberales creen que se pueden combatir al coronavirus haciendo que la gente se quede en sus casas y no vaya a trabajar pero condenándolos a que pierdan su nivel de ingresos y su alimentación, algo que ha de favorecer, más bien, a la propagación del virus.
Los Estados deben asumir el control de todos los servicios ligados a la salud: desde clínicas y productores de medicinas hasta farmacias. Esto, a fin de proveer fármacos y servicios gratuitos o subsidiados a todos.
Esta crisis viene mostrando la vulnerabilidad de los pobres, quienes se ven más propensos a contraer enfermedades porque la desigualdad social les ha quitado protección. También evidencia el egoísmo de las grandes corporaciones. Trump ha ofrecido una fortuna a la compañía que le brinde un antídoto contra el coronavirus a condición de que solamente sea vendida a su potencia. Varias empresas se niegan a donar fondos para los más vulnerables.
Paradójicamente, los países que más pueden estar preparados para hacer frente al coronavirus son aquellos que tienen un servicio nacional gratuito de salud, mientras que aquellos donde este sistema está privatizado y elitizado carecen de infraestructura para confrontar bien al virus.
Aprovechándose de esta situación muchos Gobiernos van a querer suspender libertades. Las tremendas movilizaciones que han venido sacudiendo a Chile o las protestas de los Chalecos Amarillos en Francia van a querer ser anuladas aduciendo la necesidad de evitar aglomeraciones de masas.
También los movimientos hostiles a los inmigrantes querrán sacar tajada. Varios Gobiernos postulan deportar a todos sus inmigrantes irregulares y esta crisis va a servir a quienes quieren detener el libre tránsito en Europa. El coronavirus no es una enfermedad que mata a la inmensa mayoría de sus afectados. A la población se le debe educar acerca de cómo crear comisiones de control sanitarios en todos los centros de trabajo, educación y vivienda. Son ellos quienes deben ser instruidos en cómo ayudar a los enfermos y cuidar la higiene y la distribución de medicinas, vitaminas y alimentos esenciales.
Algo fundamental es que la producción no pueda ni deba paralizar pues eso atomiza y empobrece a la población, y con ella se debilita su capacidad de tener cuerpos sanos y actitudes solidarias.
El virus que estamos viendo ahora es uno de los tantos que este sistema ha incubado y seguirá incubando. El mayor virus que tenemos es, precisamente, el de este modelo global de extrema polarización entre ricos y pobres y de anarquía del mercado, el cual es responsable del desarrollo y falta de control de numerosas enfermedades.
Un mayor control democrático de la población sobre los recursos, un sistema de salud nacionalizado, universal y gratuito, la planificación de la economía ejercida directamente por quienes producen y un sistema internacional basado en combatir las diferencias sociales, la destrucción del medio ambiente y las enfermedades y plagas, es la mejor alternativa para hacer frente a los virus.