Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso
Un melancólico cantar de chicharras se escucha en la Cordillera del Bálsamo, anunciando la cuaresma, época de ayuno, oración y conversión, iniciando con el miércoles de ceniza, en la que cientos de feligreses se avocan a participar de dicho ritual, recordando con ello que de polvo somos y en polvo nos convertiremos.
La palabra Cuaresma, proviene del latín, que significa cuadragésimo día, tiempo litúrgico del calendario cristiano, destinado a la preparación espiritual de la fiesta de Pascua. Cuarenta días de purificación e iluminación interna, celebrado en las iglesias católica, copta, ortodoxa y anglicana, entre otras. En torno al tema en mención doña Juanita Osorio de Aldana, evoca algunas vivencias de este tiempo en su infancia.
Cómo olvidar, la lluvia de las Chicharras o Jocotes, entre marzo y abril con la que brotan dichos hemípteros, recordando con su canto el sufrimiento de Nuestro Señor Jesucristo por amor a la humanidad. Estas solían posarse a gran altura en árboles y fachadas de algunas casas, por lo que no era raro en ocasiones sufrir de la micción de estas cochinillas, o que las mismas se adhirieran a camisas y vestidos de los parroquianos.
Algunas familias tecleñas acostumbraron a prestar las fachadas de sus casas, para instalar en ellas las estaciones del Santo Vía Crucis, según el orden establecido para tal efecto, en tiempos de los presbíteros Gabriel Rodríguez (+), Manuel Andrés Alvarenga (+), entre otros expárrocos de la Inmaculada Concepción. Fue característico por estas fechas situar cortinas blancas y moradas en dichos altares, así como grandes cuadros en madera tallada, ilustrando la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
Otro elemento importante en ese tiempo, fueron una serie de prohibiciones que los mayores ejercían sobre niños y jóvenes cómo: no correr, escupir, proferir malas palabras, escuchar música ha alto volumen, abstenerse de comer carnes rojas, realizar trabajos en viernes, so pena de recibir una reprimenda ante tal incumplimiento de estas. Por otra parte, es clásico la elaboración de manjares, como el pescado seco envuelto en huevo, tamales pisques, jocotes en miel o torrejas entre otras delicias culinarias.
Los viernes de cuaresma, con el Santo Vía Crucis a las siete de la noche desde la Parroquia Inmaculada Concepción, acompañado de marchas, ejecutadas por la Banda Regimental y la infaltable voz de Carlitos Hernández (+), así como el sonar de matracas de la mano de Toñito “Dame cinco” (+). Durante el recorrido de dicho cortejo las señoras y señoritas se ataviaban con mantillas sobre sus cabezas, rezando devotas el Santo Rosario, iluminándose con luz de velas, mientras transitaban por las principales calles del municipio, hasta altas horas de la madrugada.
En conclusión, vivamos este tiempo de fe, ayuno, reflexión y oración con Dios, por lo que no olvidemos la siguiente exhortación del Papa Francisco. “La cuaresma nos llega como un momento providencial para cambiar ruta, para recuperar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal que siempre nos desafía”.
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