Por Mathilde Richter/Berlín/AFP
Tras el escándalo de sus motores diésel trucados, Volkswagen confesó esta semana nuevas mentiras, hundiendo aún más al gigante alemán del automóvil en la crisis, con otra fuerte caída este miércoles en la bolsa.
Volkswagen, coloso con 12 marcas y 600.000 empleados en todo el mundo, reconoció el martes nuevas «irregularidades» en el control de emisiones de gases de otros 800.000 coches en todo el planeta, incluidos, por primera vez, unos 98.000 vehículos con motor alimentado con gasolina, según precisión del ministro alemán de Transportes, Alexander Dobrindt.
El gobierno alemán consideró este miércoles estas nuevas revelaciones como «serias» y recordó al grupo «su deber de hacer la luz de forma transparente y completa» sobre estos engaños. La Comisión europea exhortó al grupo a «acelerar su investigación interna».
Al mismo tiempo, la sanción fue inmediata este miércoles en la bolsa de Fráncfort, donde la acción VW perdía a media tarde 8,42%, a 101,65 euros, con lo que este título ha perdido ya 40% de su valor en seis semanas.
Concretamente, vehículos de marca VW, Skoda, Audi y Seat, con motores diésel y gasolina, emiten más CO2 -determinante en el calentamiento climático- de lo que sobre el papel promete Volkswagen.
El diario alemán FAZ, que cita documentos internos de los servicios que se ocupan de estas «irregularidades», daba el ejemplo este miércoles de la Golf Blue Motion de VW, que emitiría más de 100 gramos de CO2 por kilómetro, en lugar de los 90 g/km prometidos por el constructor. La tecnología «Blue Motion» debe supuestamente garantizar que estos vehículos son particularmente respetuosos con el medio ambiente.
El ‘techo’ impuesto por las normas europeas es de 130 g/km, y debe bajar progresivamente hacia 2020 a 95 g/km.
«No es sorprendente que las emisiones de CO2 en los transportes se mantengan elevadas (…) si solamente en teoría los automóviles son cada vez más limpios» reaccionó este viernes Greenpeace, que denuncia las «mentiras del sector automotor».
Investigación interna
La nueva mentira de Volkswagen –que a diferencia del fraude revelado en septiembre no supone el recurso a una aplicación trucada u otra manipulación– fue descubierta gracias a una investigación interna en el grupo, donde el nuevo presidente, Matthias Müller, ha prometido una absoluta transparencia.
Volkswagen, que presume de un volumen de negocios anual de 200.000 millones de euros, confesó a mitad de septiembre que había equipado 11 millones de coches en todo el mundo con un programa capaz de falsear los resultados de los tests antipolución.
Todos estos vehículos deben ahora ser llamados a revisión para ser adecuados a las normas, lo que costará miles de millones a Volkswagen. El grupo debe además hacer frente a sanciones financieras, y será objeto de varios procesos por parte de clientes y de accionistas, que han perdido mucho dinero por las caídas de la acción VW desde que estallara el escándalo.
«Una estimación inicial coloca el riesgo financiero» del nuevo caso en «dos mil millones de euros», indicó Volkswagen en un comunicado.
Las revelaciones sobre el CO2 llegaron sólo un día después de que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) acusara al grupo alemán de haber violado las normas también con motores diésel de tres litros de las marcas de lujo Audi y Porsche, y no solamente en motores más pequeños, como ya se sabía hasta ahora.
Volkswagen desmintió la instalación en estos casos de una aplicación trucada, pero «quien miente una vez, deja de ser creíble», comentaba el FAZ en un editorial.
Otro problema más para el grupo alemán es que Müller, que asumió en medio del escándalo, estuvo antes a la cabeza de Porsche y «debió de tener conocimiento del problema, aunque eso esté aún por demostrarse», según un analista.
«Todo ello hace mucho daño, es algo muy desagradable» comentaba el miércoles en las columnas del Handelsblatt Stephan Weil, jefe de gobierno del Estado de Baja Sajonia, que es accionista de Volkswagen, y como tal miembro de Consejo de Vigilancia. «Ahora todo debe ser puesto sobre la mesa», alegó.