Dr. Miguel Sáenz Varela
El próximo tres de febrero la población con capacidad para votar decidirá quiénes serán el próximo presidente y vicepresidente o vicepresidenta de nuestro país. Este evento electoral tiene un significado de trascendental importancia política para el futuro de nuestro país. La decisión se realizará ese día, en el caso que uno de los candidatos obtenga la mitad más uno de los votos válidos; en caso contrario habrá segunda vuelta el diez de marzo.
Los votantes en el proceso de decidirse por quién votar deben reflexionar seriamente y preguntarse: a qué sector de la sociedad salvadoreña representa y responde cada candidato; cuál ha sido su trayectoria política, de qué estrato social proviene, cuáles son sus propuestas concretas. La respuesta que se da a estas interrogantes debe constituir los elementos racionales, alejados de lo emocional, para decidir por quién votar. Responderse a qué sector se representa y responde y de qué estrato social proviene el candidato, son respuestas esenciales porque del sector que se represente y del estrato social que se proviene; es de esperar para quiénes se gobernará. Si se representa a los sectores oligárquicos, como en el caso del candidato presentado por la “coalición de derecha”, seguramente se gobernará para esos grupos de poder; y si se proviene de un estrato social burgués; es de esperar que se privilegie a la burguesía. Si se representa y responde a sectores de la derecha no necesariamente oligárquica y el candidato es presentado por un partido de derecha, que cambia de color según la ocasión, como es el caso del candidato plagiador, seguramente se gobernará para esos sectores. Si se representa a los intereses de la población en general y especialmente de los más necesitados y se proviene de sectores populares, se gobernará en función de los intereses de la mayoría de la población y no de pequeños grupos de poder. Este es el caso de Hugo y Karina.
Este ejercicio reflexivo y de interrogaciones, es preciso lo realice cada votante antes de emitir su voto. Es necesario votar racionalmente y no en base a percepciones mediáticas, emotivas, con planteamientos vacíos, irresponsables y populistas.
El tres de febrero próximo la población votante tendrá que decidir si vota por un candidato que representa a la oligarquía y a un partido con historial político nefasto; si vota por un candidato irresponsable, sin escrúpulos, plagiador; verdadero pirata político y que es producto de las técnicas mediáticas; o si vota por un candidato claramente de izquierda que representa los intereses populares.
En los últimos años de la historia política electoral salvadoreña no se había presentado el caso de que un candidato a la presidencia presentara como “plan de gobierno” un verdadero plagio; pero en esta campaña que está en desarrollo se ha presentado un llamado “plan” que constituye esencialmente un plagio de investigaciones realizadas por algunas universidades y de políticas públicas que está ejecutando el actual gobierno. El “plan” contiene citas textuales de las investigaciones y políticas públicas citadas. Una cosa es sustentar un planteamiento con ideas y conceptos; digo ideas y conceptos, elaborados con anterioridad por otras personas o instituciones y otra cosa es citar esas ideas y conceptos sin ningún desarrollo original, presentando estas textualmente. Obviamente el candidato del plagio y sus asesores carecen de la inteligencia y conocimiento para no presentar un vulgar y burdo plagio.
Presentar a la población un plagio como “plan de gobierno” constituye algo muy grave, significa una burla a la inteligencia de la población, un irrespeto a la ciudadanía, un claro delito y una evidencia de incapacidad del candidato y sus asesores. Los votantes deben tomar muy en cuenta este reprochable hecho.
Otro elemento importante que los votantes deben considerar en relación con el comportamiento político del candidato plagiador es que se presenta como candidato de un partido de derecha. Este señor, en su falta de ética política y de responsabilidad, dice que es de izquierda; pero cómo es esto de que “si es de izquierda” se presenta como candidato y es apoyado por un partido de derecha. Este hecho expresa claramente la falta de ética política, de seriedad, de responsabilidad y de ser un consumado pragmático inescrupuloso.
El candidato plagiador y mentiroso ha insistido en su “eje principal de campaña”, expresando que él presenta y posee “nuevas ideas”. Resulta que antes y durante la campaña presidencial, nunca, nunca se ha conocido cuáles son esas “nuevas ideas”; la práctica ha evidenciado que este es un planteamiento esencialmente mediático, confucionista, engañoso e irresponsable. Ahora que se conoce el plagio, sí está claro que las nuevas ideas consisten en plagiar.
Como el candidato al que nos referimos no tiene propuestas serias, claras y responsablemente estructuradas, ha temido sistemáticamente presentarse a los llamados “debates” que realmente no lo son; se ha tratado de foros; pero han sido espacios comunicacionales que han permitido a los candidatos asistentes expresar algunas de sus propuestas. Obviamente al no tener capacidad para debatir ni que proponer seriamente, lo mejor es no asistir; aun cuando previamente se ha adquirido el compromiso para estar presente; situación que constituye una evidencia más de la irresponsabilidad y falta de seriedad de este señor.
En cualquier país civilizado del mundo, si un candidato a la presidencia no asiste a un debate, a un foro, o presenta un “plan de gobierno” plagiado, es seriamente rechazado por los votantes.
El lector de este artículo no vaya a pensar que el candidato de la oligarquía, de la derecha tradicional es ignorado: no, no; también es conveniente ocuparse de él.
A este señor desde hace cuatro años una parte del sector oligárquico empresarial, inició la construcción de su candidatura; presentándolo como “el mesías” de El Salvador, el hombre conciliador, “distanciado de Arena”, con planteamientos atractivos para ganar votos. Sin ningún historial político fue el escogido para presentarlo como candidato presidencial.
Este señor que desde muy joven ha sido educado en los Estados Unidos y que su formación es “made in USA” cree que saber dirigir una cadena de supermercados genera el sustento para gobernar un país. Gobernar El Salvador requiere inteligencia, conocimiento, experiencia acumulada en el ejercicio de cargos públicos y en la práctica del quehacer político y del país.
El candidato de la “coalición de derecha” proviene de la oligarquía empresarial, es representante genuino de un sector de ella, es apoyado y responde a este sector; por lo tanto obedece y obedecerá a estos grupos de poder económico.
La verborrea de propuestas electorales de este señor constituyen una larga expresión de planteamientos sin sustento serio; ofrece de todo para todo, el objetivo es esencialmente electorero. La población no ha visto un programa escrito presentado por este candidato, no existe compromiso serio ante la población.
Si se analiza cuidadosamente el contenido de las propuestas verbales, no cuesta mucho descubrir el populismo y demagogia de lo propuesto. No perder de vista que a este señor lo ha escogido un sector de la oligarquía empresarial, para tratar de recuperar el Ejecutivo y poner a buena parte del Estado al servicio de los intereses oligárquicos; como ha sido históricamente cuando los grupos de poder económico oligárquicos han detentado el poder.
Para tratar de engañar a la población y atraer votos, Arena diseñó tácticamente una campaña centrada en la figura de su candidato y que este se presentara “como distanciado” del partido. Este diseño indudablemente obedece porque Arena sabe muy bien que de la identificación con este partido surge a la memoria de la población la nefasta y negra historia de los gobiernos dirigidos por este partido, se recuerda: el asesinato de San Romero, de los sacerdotes jesuitas, de los escuadrones de la muerte, de la apropiación de la millonaria donación para los damnificados de Las Colinas, de la privatización de ANTEL, de la banca, de las pensiones, de la electricidad, etc., etc. Esta es la razón fundamental por la que presentan al candidato como “distanciado de su partido”. En toda la campaña no se le ha visto usar los distintivos de Arena, excepcionalmente ha mencionado a este partido; da la impresión que además de haber un diseño táctico de campaña, se avergüenza de su partido.
Otra opción es la candidatura de la fórmula Hugo Martínez y Karina Sosa, dos profesionales hechos y formados en El Salvador, jóvenes, con experiencia acumulada en el ejercicio de cargos públicos y de la política partidaria y del país; que han presentado responsablemente, por escrito, su Programa de Gobierno que constituye su compromiso con el pueblo salvadoreño: Hugo y Karina representan los intereses populares y gobernarán para dar continuidad, ampliar y profundizar lo realizado por los gobiernos del FMLN; gobernarán para realizar lo que, por diferentes razones, no se ha podido hacer, gobernarán para corregir errores, para hacer bien lo que no se ha hecho bien y para mejorar lo que se ha hecho bien. Su compromiso es con el pueblo salvadoreño, son presentados por el FMLN que es un partido con historia de lucha por los intereses populares; son apoyados por un partido que no cambia colores según la ocasión, ni es un partido que presta su nombre para presentar candidatos. Hugo y Karina constituyen una genuina expresión de los intereses de amplios sectores de la población salvadoreña, especialmente las mujeres y los jóvenes.
El FMLN considera que Hugo y Karina recibirán el voto de la mayoría de la población y que serán los candidatos triunfadores.