César Ramírez Caralvá
Escritor y Fundador Suplemento Tres mil
Fijar un punto de discusión sobre un candidato es perder el tiempo, ese mundo externo no nos pertenece, siempre será mejor si observarnos nuestra posibilidad individual interna; gane quien gane es muy probable que no vendrá al día siguiente a nuestra casa, ni siquiera en los siguientes cinco años, porque desde nuestra esfera ciudadana quienes visitan el hogar son “los nuestros”, los que padecemos la exposición al capitalismo del Siglo XXI.
Es simpático que la apuesta presidencial levante la bandera en el futuro, mientras los coros fanáticos gritan a voz de cuello sus bondades, un solo individuo se instala como paladín derrochador de millones con sus extravagantes proyectos, en realidad un país con historia de autoritarismo de sesenta años, con el peor genocidio latinoamericano del siglo XX en 1932, con elecciones amañadas, una guerra civil aún sangrante y apenas dos décadas de estabilidad política ¿qué esperaban?… en el presente se califica con un color a cada persona, nunca se piensa en la nación, por ello todos son izquierda o derecha, comunistas o anticomunistas, capitalistas o socialistas… que vaina, cuando nacemos no tenemos un código de barras en la frente, ni un sello de clase social, ni una categoría filosófica en la piel.
Nada cambiará si nosotros no cambiamos. Mientras se otorgue un crédito político a soñadores de opio, la estafa política continuará por décadas. No existe mejor tiempo que el presente en nuestras vidas, los pequeños logros son producto de un prolongado esfuerzo, quizás en épocas juveniles soñamos con una Patria democrática, provocando la furia de los fascistas; así el esfuerzo personal nos ha salvado, hemos vivido los últimos cuarenta años o más, en pleno capitalismo porque la Revolución no triunfó, ni un nuevo evangelio se impuso, ni se abrieron las puertas de un empleo cuando recorrimos algunas entidades oficiales hace dos décadas… pero trabajamos mucho desde la orfandad laboral… ahora puedo repetir: “desde lo más bajo de la miseria hemos ascendido a las cumbres de la pobreza” como dicen los hermanos Marx, en otras palabras: “no tenemos casi nada, pero es suficiente para la familia”, ¡algo es algo!, pero no me quejo. No hablo de política.
Yo votaré por mis deudas, la historia de las calles, el cementerio que visito con la memoria expuesta, agradecido por el sol que me ilumina y el presente de mis palabras: “lucha y espera”, como quien dice: “hágale… ”.
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