Rolando Alvarenga
@DiarioCoLatino
El decano de los entrenadores extranjeros en este país, Wang Shan Wu, de 80 años de edad, revela para los lectores de Diario Co Latino, algunos de los interesante capítulos que a través del tenis de mesa han hecho de El Salvador su segunda patria. A sus ocho décadas, todavía es un profesional que sigue sembrando en las canteras, aspirando a que este deporte recupere el terreno perdido.
Inicia su narración contando que vino por primera vez a El Salvador en 1973 integrando una Selección de Taiwán que realizó una gira de exhibición por varios países de América latina y un año después, cuatro países centroamericanos (El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Nicaragua), solicitaron un entrenador a Taiwán y por gestiones de José Carlos Avelar padre, presidente de la federación salvadoreña por aquellos años, se vino al país.
Recuerda que, “cuando yo llegué, el tenis de mesa de este país solo tenía una mesa y su sede estaba en El Salvador Tenis Club y me tocaba trabajar un promedio de seis horas diarias,pero cuando se creó el INDES (en 1980), las cosas empezaron a cambiar. Se nos asignó un espacio en el Palacio de los Deportes con implementos deportivos y comenzaron a llegar los primeros interesados en aprender a jugar tenis de mesa y el entusiasmo fue aumentando y en los últimos años hemos llegado tener entre catorce y quince mesas certificadas por la Federación Internacional”.
Relata que con el transcurso de los años el tenis de mesa salvadoreño se fue desarrollando y poniéndose al día con respecto a las exigencias técnicas de la ITTF. En lo deportivo se han producido varios cambios tanto en el aspecto del material deportivo como en la técnica del juego. Dice que integrando la selección de Taiwán en 1967 hicieron varias giras por Asia y se retiró varios años después sin haber logrado participar en Juegos Olímpicos, porque antes este deporte no era parte del calendario olímpico. Expresa que como tenimesista su estilo era más defensivo que ofensivo. Que le gustaba ceder el ataque a sus rivales y contragolpear, como lo hacía el famoso boxeador Cassius Clay o Muhammad Alí. No obstante también aprueba el estilo de Mike Tyson, porque sí se puede atacar antes que defender, ¿por que no?
En una interesante revelación manifiesta haber nacido en Cambodia y cuando empezó a jugar tenis de mesa se jugaba en pantalones y con los años se pasó a jugar con calzoneta. Con la voz de la experiencia sostiene que, “a través de un programa federativo el tenis de mesa salvadoreño puede ser mejor. La época de Melecio Rivera quedó atrás, pero ahora con Samuel Alfonso en la presidencia federativa hay esperanzas de un resurgimiento porque Samuel es un directivo que conoce muy bien las necesidades del atleta, lo cual es bien importante para la búsqueda de soluciones”.
A su criterio, el tenis de mesa nacional no está en el lugar internacional que debería estar, porque debería estar más alto, pero con Samuel se está comenzando de cero y con esperanzas de crecer. Considera que, “tenemos la ventaja que este deporte es muy atractivo para niños y adolescentes y hoy se cuenta con suficientes implementos deportivos. Habrá que aprovechar este recurso humano para crecer en la capital y en el interior del país. Es que no se puede ir a una guerra sin tener las armas”.
Recuerda que en los años setenta y con el inició de los Juegos Centroamericanos en 1973, el tenis de mesa salvadoreño llegó a tener muy buenos resultados internacionales en singles, dobles, y por equipos. Sobre sus exitosas hijas (De Ying Wang y De Hsuan Wang) dice que nacieron en Taiwán y con los años se vinieron para El Salvador. “Estando yo trabajando con las selecciones, mi señora las entusiasmó a practicar este deporte y poquito a poco fueron demostrando tener potencial hasta llegar a convertirse en seleccionadas de éxito en los diferentes torneos internacionales, incluso peleando plazas olímpicas. Dejando un lado mi papel de padre, dice, “siempre les exigí al máximo en los entrenamientos y ellas respondieron a la intensidad del trabajo y con aplicación en sus estudios en el Colegio La Sagrada Familia, lo cual se reflejó en los resultados. El hermano menor, Rafael Wang nació aquí, pero a él no le gustó practicar este deporte”.
Con respecto a las aspiraciones de querer recuperar el primer lugar mayor en Centroamérica, Wang considera que es una misión bastante difícil porque Guatemala nos aventaja en el aspecto becas, pagando entre 500 y 800, mientras aquí, aparte de la falta de tiempo por los estudios universitarios, el pago de becas a nuestros atletas es modesto. “Son factores que no nos permiten estar a la altura de los grandes protagonistas de esta disciplina, pero ahorita estamos comenzando de nuevo”.
Revela que hace varios años, tenía un restaurante de comida china y después, tuvo un “Karaoke-Wang” en donde por el pago del consumo mínimo, el cliente podía escuchar y aplaudir su actuación musical estelar. Narra que cuando trabajaba para la embajada de Taiwan manejaba carros del año, usaba lentes oscuros y no le habría la ventana a nadie, por seguridad, como en las calles de Hong Kong. Finaliza con: “No pienso irme de este país porque mi señora es salvadoreña y porque aquí he vivido la mayor parte de mi vida y al morir espero ser cremado”.
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