Por: Rolando Alvarenga
Da coraje ver cómo la dirigencia deportiva salvadoreña mira pasar los años y no hace nada por asegurar a los atletas que se entregan en la defensa de los colores patrios, pero cuando resultan lesionados o enfermos tiene que pasar un calvario para recibir atención.
¡Ah!, pero el personal ejecutivo, altos funcionarios, empleados y sindicalistas –que no hacen deporte– sí están bien asegurados y con otras prestaciones como sus honorarios pagados puntualmente cada mes y su canasta básica. En cambio, a los atletas ni siquiera les pagan al día sus estímulos económicos estatales.
Y hablo del tema porque recientemente la taekwondoista Fabiola Escobar sufrió una ruptura de ligamentos y como no está asegurada tuvo que esperar cuatro semanas para ser intervenida quirúrgicamente. Obvio, todo apunta a que no se recuperará a tiempo para asistir a los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018, a los que, con mucho esfuerzo y lesión incluida, clasificó.
Pero lo que más indigna es que mientras los padres de Fabiola se rebuscaban por reunir el dinero para la operación –casi tres mil dólares– el presidente de
la Federación de Taekwondo asistía, acompañando al hermano de Fabiola, al Clasificatorio para los Juegos Olímpicos de la Juventud y al Mundial Junior en Túnez.
En conclusión, aquí al pobre atleta solo lo agarran de pato, pero a la hora de los “quiubos” ¡que Dios lo guarde! Ojalá que la nueva Asamblea Legislativa
apruebe un acuerdo que obligue a asegurar a los atletas y que reciban un trato acorde a su condición de defensores de la patria y de seres humanos.
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.