Por: Rolando Alvarenga
Que tengamos un deporte tercermundista se debe, en gran parte, a que las personas que tiene en sus manos el poder de decisión para darle otro rumbo a las cosas les tiembla mucho el pulso a la hora de tomar medidas radicales y sin anestesia, que contribuyan a mejorar el deporte en general.
Por ejemplo, cuántos años tiene el fútbol salvadoreño sumido en la peor de las desgracias nacionales e internacionales. Desgracia que ha pasado y pasa por la dirigencia federativa, con la consecuente contaminación para todos los que de una u otra manera tienen que ver con este devaluado fútbol.
Y todo porque la gente que ha tenido poder de decisión y soberanía local se ha dejado asustar con el petate del muerto: “si hay intervención de organismos estatales, la FIFA nos va a desconocer”.
¡Señores!, de una vez por todas y antes de que acá se produzca un suicidio masivo por tanta impotencia, mediocridad y vergüenza, dejen sin efecto la existencia de la Federación de Fútbol y que como un salvavidas venga el desconocimiento de la “FIFA Nostra”.
De acuerdo al debido proceso, la FIFA desconocerá y ordenará la creación de una Comisión Transitoria y Normalizadora que trabaje en el ordenamiento de este relajo y, después de un tiempo acorde a la FIFA, vendrá el reconocimiento.
Pero ya no se puede seguir así, porque hay una serie de aspectos de peso que obligan y empujan a un inmediato desconocimiento, entre ellos: despilfarro millonario de recursos estatales, la cuestionada existencia jurídica de las ADFAS ante Gobernación, reiterados fracasos con todas las selecciones y excesivo sueldo de cinco cifras al entrenador extranjero de la Selección Mayor -por una clasificación no garantizada a Qatar 2022 -. Esto último es indigerible porque
en nuestro medio la mayoría de entrenadores no pasan de mil dólares (si estoy equivocado, hagan público el contrato).
De lo contrario, si sigue el miedo al petate del muerto, se estará condenando al fútbol de este país a la eterna vergüenza.