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Y ¿quien es el soberano en este pais?

Carlos Girón S.

Bueno, tadalafil ¿y quién (diablos, prostate iba a decir, pero sólo lo pensó) es el soberano que gobierna en este nuestro país, El Salvador?”, apareció preguntando, temprano de la mañana del 1º. de mayo, Moisés, el carpintero, quien llegaba con este saludo a los parroquianos que ya se hallaban en el Ágora Cuscatleca (Plaza Libertad).

— Y esa pregunta, ¿a qué viene?, respondió Rutilio, el plomero, con su caja de herramientas a sus pies.

— “Ciego… quizá usted es ciego, amigo”, le replicó Moisés. Y siguió diciendo: ¿Es que no se da cuenta del despije que sigue imperando en este nauseabundo ambiente político, por culpa y gracia de los políticos y abogados?

— “Usted se refiere a que el TSE sigue enchibolado por culpa de la CSJ, con el cuenta y recuenta de los votos regalados o quizá desperdiciados, echados como a cajones de basura, de los electores del Departamento de San Salvador?”, dijo Rutilio.

— “¡No!, eso es historia vieja, amigo; y no es nada comparado con el “golpe de Estado técnico” –como bien ha sido definido—que la tristemente famosa Sala Electoral (perdón, Constitucional), de Justicia le ha dado al Primer Órgano o Poder de la República.      

— Y ¿cómo es eso, pueden explicarme?, intervino Remigio, que así dijo llamarse y ser electricista. “Me asusta eso de golpes de Estado, pues tanto que hemos sufrido por semejantes atentados de ambiciosos políticos y cachuchudos, al servicio de argollas, contra la República”, agregó.

— Un señor de edad, que tenía aspecto de estudiado, tomó la palabra y señaló que el “golpe técnico” lo había dado la que tildó de fatídica Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, aclarando que no era toda la sala ni todos sus integrantes, sino un puñado de 4 de ellos. Y advirtió: “Miren, para que no los olviden, se los voy a mencionar por su nombres: son Florentín Meléndez, Sidney Blanco, Belarmino Jaime y Rodolfo González. Guárdenlos en la cabeza y díganles a sus hijos que ellos, desde sus altos puestos, traicionaron los altos intereses de la República, que son los mismos del pueblo salvadoreño, dictando, como dictadores, resoluciones que vinieron a empantanar  por completo las elecciones del 1º de marzo pasado, para diputados a la Asamblea Legislativa y concejos municipales. De esa forma convirtieron los comicios en una burla, una estafa, una traición a nuestro pueblo salvadoreño. Bueno y justo es hacer la salvedad de la actitud serena y acertada del quinto miembro de la ingratamente desprestigiada Sala Constitucional, quien no avaló el “golpe técnico”. Él es el Dr. Armando Pineda Navas. Hay que guardar bien su nombre en la memoria por su recto y legítimo proceder, que quiso rescatar la Carta Magna.

— “Y razón tuvieron el Presidente Sánchez Cerén y los del FMLN con la trapeada que les dieron a los 4 majeistrados de la Sala, justo cuando se daba el ´golpe técnico´, durante las celebraciones del Día Internacional del Trabajo” —  dijo Adalberto, vendedor de billetes de lotería,  que vino a agregar sus comentarios

— “Bonito todo eso, pero quedamos en ayunas para entender qué es o en qué consiste el cuartelazo (como antes le decían a los golpes de Estado) técnico que han dado los 4 jinetes del…; no, los 4 fulanos esos de la Sala Constitucional, a la Asamblea”, reclamó Tomás, el carpintero.    

— “Quizá tiene razón –admitió el señor que habló antes–. El cuartelazo consiste en que, con sus últimas torpes resoluciones, la bendita Sala impidió la instalación del pleno de la Asamblea Legislativa el 1º. de mayo, al no presentar sus credenciales la totalidad de diputados electos, 84, sino sólo 60. Así, virtualmente, ese 1º. de mayo, la República no existía legalmente como Estado ante los ojos del mundo y conforme al derecho internacional, por faltarle  uno de sus Órganos fundamentales. Más aún: no virtualmente sino de hecho, quedó paralizado el aparato estatal. ¿No les parece grave so?”, inquirió ante la concurrencia en el Ágora, que ya había aumentado.

— “Grave es piropo”, asertó a opinar otro ciudadano que andaba de traje y pasaba por el lugar. Y prosiguió: “Delictuoso, es. Se ha cometido un claro delito: se ha violado la Constitución Política de la República. La banda de los 4 ha roto el balance y equilibrio que debe haber entre los tres Órganos del Estado y ha forzado a incumplir el Art. 124 de la Carta Magna en cuanto a que ´el período de sus funciones (de los diputados) comenzará el primero de mayo del año de su elección´. Esto, señores, no se ha cumplido”.

— “¡Antejuicio, antejuicio! ¡Las cabezas de los 4!”, gritó uno con plante de universitario. Y agregó: “En un antejuicio expeditivo ellos, de barato, deberían ser mandados a la cárcel”.

— “¡Ja, ja! Palabrerío barato, saliva por gusto… –espetó el electricista– ¿Y quién (diablos, pensó) va a hacer el antejuicio si no hay Asamblea Legislativa legítima?”

— “¡¡El pueblo!! ¡¡El pueblo!!,”, farfulló la vendedora de refrescos que se mantiene en los alrededores del Ágora.

— “¿Cómo así?”, inquirió uno de los taxistas del lugar.

La de los refrescos de carretón estuvo presta a responder: “Miren, yo, en mi ignorancia, no crean; me gusta leer y curiosear aquí y allá. Me he leído un libro que se llama ´El Príncipe´ y ¡ah caray!, qué cosas bonitas las que dice el que lo escribió y no recuerdo el nombre. Me gustó que habla claro advirtiendo que con el pueblo (súbditos, dice él) no se debe jugar; que se debe respetar y cuidar sus intereses. Dice también que los llamados a ser gobernantes deben cumplir fielmente con sus deberes; si no, hay que desconocerlos y hasta desterrarlos”.

— “… el fin justifica los medios”, dice también ´Él Príncipe´, y a mí me parece que los 4 zutanos y sus mecenas es lo que están haciendo, sin importarles nada ni el pueblo ni el país, con el mal predicamento en que lo ponen ante el mundo”, vino a agregar el vendedor de libros usados que se pone por allí cerca del Ágora.

— “Sí, ya me acordé que dice eso también”, salió adelante la fresquera, agregando:. “Y, miren.  Como estos días se ha estado hablando tanto de la Constitución y de golpes de Estado, me inquieté y me compré una pequeña Constitución, y encontré cosas interesantes”.    

— “¿Cómo qué, cuáles?”, preguntó Moisés, el carpintero que comenzó haciendo una pregunta y que intuyó la respuesta que daría la fresquera.

— “Ah, esperen un momento”, dijo la fresquera mientras buscaba en una bolsa pegada a su carretón, y sacó un librito. “Pues si, esta es la Constitución, y miren la lindura que dice aquí. Leyó: ´Artículo 83: El Salvador es un Estado soberano. La soberanía reside en el pueblo, que la ejerce en la forma prescrita y dentro de los límites de esta Constitución´. La forma prescrita es por medio de los diputados de la Asamblea Legislativa, según dice más adelantito. ¿Responde eso su pregunta, mi amigo, la que hizo al principio?     

— “Síiii… la responde con toda claridad”, respondió el carpintero.

— “Y, ojo, mucho ojo y cuidado”, intervino el universitario y pidió a la fresquera. “Por favor, busque y lea el Artículo 87”.

— “Con todo gusto y agrado, señor”, dijo clavando sus vivaces ojos en el librito: ´Se reconoce el derecho del pueblo a la insurrección, para el solo objeto de restablecer el orden constitucional alterado por la transgresión de las normas relativas a la forma de gobierno o al sistema político establecidos, o por graves violaciones a los derechos consagrados en esta Constitución´”. ¿Quiere que lo repita y lea más despacio y deletreado, si lo prefiere?

— “No, no, basta, estimada señora, pues creo que todos hemos entendido bien las cosas: se ha roto el orden constitucional, pero no me atrevo ni a sugerir lo que procedería hacer ipso facto…”

— “Razonable, razonable; no conviene por nada sugerirlo o decirlo claramente para no caer en la condición de aquellos que les cuento: traidores, golpistas…”         

El Sol se puso abrasador cuando ya había avanzado el tiempo, por lo que uno a uno los conversadores y “analistas políticos” se fueron disgregando o despidiendo, con la sensación de que quedaban otros temas igualmente álgidos qué comentar (por ejemplo, la ocurrencia de formar un “Instituto Electoral”, que iría adosado al TSE, mencionado estos días por un grupo de togados “notables”), pero que podrían abordarse en una pronta y próxima concurrencia al Ágora cuscatleca.        

(Hecho ya este relato de lo hablado por los filosofitos del Ágora, la semana pasada, sobre los hechos recientes en el país, vemos con agrado esta alegre primicia servida por Diario CO-LATINO, el sábado pasado: “Nuevo Concejo Municipal devuelve nombres a la “San Antonio Abad” y Bulevar Venezuela”. Los filosofitos podrían haber dicho que con eso, el gobierno edilicio capitalino, presidido por Nayib Bukele, se inicia una gestión y una era de decencia, que sin duda beneficiará grandemente a los capitalinos).          

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