París / AFP
Pascale Mollard-Chenebenoit
¿Se han estudiado los efectos de tal o cual medicamento en las mujeres?, ¿por qué los asistentes personales virtuales tienen siempre nombres femeninos? Un grupo de investigadoras, aboga porque se ponga fin a este tipo de sesgos en el campo de la investigación y la innovación.
Con motivo de la 21ª edición del Premio L’Oréal-Unesco por las Mujeres y la Ciencia, que se entrega a cinco investigadoras, varias expertas explicaron cómo estas desigualdades de género tienen un impacto en los resultados de investigación.
Especialmente en el ámbito de la salud: “los hombres y las mujeres no presentan los mismos síntomas durante un ataque al corazón”, recuerda Londa Schiebinger, profesora de Historia de Ciencias en la Universidad de Stanford, de California.
Pero como durante mucho tiempo se creyó que se trataba sobre todo de una afección masculina, las pruebas de diagnóstico fueron concebidas en consecuencia. Resultado: el seguimiento es a menudo inadaptado para las mujeres.
–El modelo: el hombre blanco-
“En medicina, históricamente el organismo del hombre blanco fue considerado como la norma.
El de las mujeres era analizado a posteriori y estudiado a menudo como una desviación de la norma”, añade esta científica, directora del proyecto “Innovaciones de género en ciencia, salud e ingeniería”, en Stanford.
“Nos damos cuenta de que en materia de investigación, hay que trabajar a la vez sobre el hombre y sobre la mujer, en los animales machos y las hembras”, incluido a nivel de células madre.
“Hay una necesidad absoluta de que los investigadores tengan en cuenta el sexo y el género en la ciencia”, subraya Schiebinger.
“Las mujeres no son ‘hombres más pequeños’. Es hora de ser conscientes de ello, sobre todo a la hora de desarrollar un medicamento”, destaca la profesora Cara Tannenbaum, directora científica del Instituto de Salud de Mujeres y Hombres (ISFH) en Canadá.
Este instituto público, tiene por misión alentar la investigación bajo la influencia del género y del sexo biológico en medicina y financiar sus posibles aplicaciones en el ámbito de la salud.
-Estereotipos-
También el auge de la inteligencia artificial (AI). suscita numerosas cuestiones: “nos damos cuenta de que los algoritmos pueden reproducir estereotipos sexistas y desfavorecer a las mujeres en el proceso de selección, incluido en la atribución de préstamos bancarios”, según Alexandra Palt, directora de la Fundación L’Oréal.
Rachel Adams, investigadora de la Universidad de Londres, examinó el caso de los asistentes personales virtuales, todos con voces femeninas por defecto.
Apple desarrolló Siri, un nombre nórdico que significa: “bella mujer que os lleva a la victoria”, subraya.
Amazon optó por Alexa, en alusión a Hera, la diosa griega de la fertilidad y del matrimonio. Cortana, la asistente de Microsoft, procede de un videojuego: se trata de una inteligencia artificial con una apariencia muy sexy.
Estas asistentes tienen una “voz pasiva, nada amenazadora”, afirma Rachel Adams. Están encargadas de “cumplir tareas juzgadas poco importantes como fijar una cita”. “Esto reproduce el estereotipo de la mujer al servicio del hombre”.
-“¿Quieres salir conmigo?”-
Y cuando se les pregunta: “¿quieres salir conmigo?”, una de ellas responde “me gustaría, pero no tengo la forma corporal”. Ninguna dice “no”.
A la pregunta: “¿qué llevas puesto?”, las respuestas iban desde “¿por qué debería llevar algo?”, hasta “solo una pequeña prenda que encontré”, antes de que se modificaran sus respuestas, a la luz de un estudio que Adams publicó en 2018.
Otro ámbito que según las investigadoras se debería tener en cuenta: el de los robots encargados de asistir a los ancianos en su vida diaria, según Schiebinger.
Para su concepción, es importante tener en cuenta las diferencias de sexo puesto que las necesidades no son las mismas, destaca.