Por: Rolando Alvarenga
El estancamiento que sufre actualmente el deporte salvadoreño tiene mucho que ver con la falta de transparencia con la que se han manejado los millones de dólares que el Estado ha destinado a través de los años al deporte.
Para muestra, entre los años 2004 y 2015, solamente el fútbol recibió 18 millones de dólares y, de eso, ¿qué tenemos? ¡Nada!, ni modernos estadios en las tres zonas del país, ni sólidas canteras que alimenten a las diferentes selecciones y menos campeones olímpicos y mucho menos mundiales.
Y todo porque el INDES ha ido y ha venido entregando cualquier cantidad de dinero a las federaciones, pero sin exigirles frutos para la alta competencia y menos trabajos específicos a corto, mediano y largo plazo.
Una lujosa generosidad que no contribuyó a levantar los escombros de este deporte que ha caído hasta el quinto lugar a nivel de Centroamérica.
Eso sí, hay que reconocer que fue hasta la gestión de Jorge Quezada que algunas federaciones vieron reducido su presupuesto e, incluso, algunas dejaron de recibir plata.
Ahora bien, como en el país ha cobrado fuerza la posible creación de una CICIES, sería bueno que mejor crearan una Comisión Especial que investigue –con todas las facultades de la ley– cuál fue el destino del dinero que el Estado invirtió en el deporte todos estos años atrás.
Porque es increíble, indigerible e inaceptable que después de tanto desperdicio de dinero –difícilmente justificable con documentación avalada por el Ministerio de Hacienda y la Corte de Cuentas– nadie haya sido remitido a una cárcel bajo los cargos de despilfarro y pocos frutos. ¿Y qué me dice usted de su federación?