Mauricio Vallejo Márquez
coordinador
Suplemento Tres mil
A veces uno no llega a dimensionar el poder de la palabra, order sino hasta que el tiempo pasa y vemos la huella que quedó o las “cáscaras” como diría Salarrué. Cuando comenzaba a escribir escuché a Carlos Santos decir, que no era bueno participar en concursos porque todos estaban arreglados y que además no eran importantes para darle renombre a un poeta, y en parte creo que tiene razón. Aunque estaba la contraparte en Geovani Galeas que insistía que era muy fácil ganar esos premios. No sé porqué, pero me pesaron más las palabras del poeta que escribió “La casa en marcha”.
Con los años me animaron a participar, entre los que me instaban a hacerlo estaban Roberto Palencia y mi tío Yomar Vallejo. El primero, un gran amigo de mi papá, incluso fue el que me aconsejo a que publicara mis primeros libros. El segundo me decía que George (Jorge Galán) participaba bastante, que porque no hacía lo mismo. Y con un poco de renuencia lo hice en los Juegos Florales de Santa Ana en 2001 cuando obtuve una mención de honor con el poemario “El último salmo”. Después varios años de silencio hasta que envié Bitácora a un certamen en el que no gané y decidí ya no participar más. Pesaba mucho lo que decía Santos y era renuente de seguir enviando trabajos, claro que tampoco envié demasiados, quizá unas cinco veces.
Es más, en el Primer premio hispanoamericano de San Salvador no iba a participar, aunque veía cada mañana el afiche de invitación en la entrada de mi trabajo. Sin embargo, mi amigo poeta Manuel Iris me motivó a hacerlo, y luego mi amiga editora Jasmine Campos también me animó. Bueno, así que casi al filo de la convocatoria envié el trabajo.
Sinceramente no pensaba enviarlo a ningún concurso y mucho menos pensé en ganar uno, no porque dudara de mi calidad, sino que por esas desconfianzas que uno hace crecer a veces sin motivo.
Cuando llegó el 15 de abril, el día señalado para la deliberación, pensé que no iba a pasar nada, como otros certámenes, e igual yo seguiría mi plan de vida: un paso más en el camino. Pero en la noche tuve la sorpresa de que mi amigo poeta Wilfredo Arriola me había etiquetado en Facebook con una felicitación, de inmediato surgió la llamada de mi hermano y camarada Rob Escobar felicitándome. Había ganado una mención de honor, y según me contó mi amiga Alicia Herrera Rebollo los jueces se expresaron muy bien de mi trabajo, según escuchó decir a Wilfredo Mármol de la Editorial Municipal de San Salvador en un programa de radio. La nominación y los gratos comentarios de los jueces me estimulan a seguir dando pasos, con mayor firmeza.
Felicito a la ganadora del certamen, Luciana Jazmín Coronado, y a los dos poetas que junto a mi han recibido una mención de honor: Aarón Rueda Toruco y Javier Alvarado. Y por supuesto felicito al comité organizador por este transparente y digno proceso.