Por: Rolando Alvarenga
Hace unos años, un grupo de soñadores logró tumbar a la dirigencia de la Federación Salvadoreña de Atletismo, encabezada por el célebre y bien recordado Benjamín Ruiz Rodas y su mano derecha de mucho peso: Mauricio Argumedo.
Si bien concretaron su objetivo, el cambio en la dirigencia no logró que la Federación diera ese salto de calidad en la alta competencia.
Y es que, producto de su falta de frutos, el atletismo salvadoreño no logró coronarse ni en los Juegos Centroamericanos 2013; ni en los de 2017 y menos -póngale mi firma- lo conseguirá en los de Santa Tecla 2021.
Y lo anterior tiene que ver con que la actual dirigencia, comandada por Juan Carlos Ramírez, argumenta que le han apostado a los atletas “infanto juveniles”, pero ¿hasta cuándo veremos esos frutos en mayores?
Es así que el gran ganador de este relevo dirigencial ha sido Ramírez, ya que ha aprovechado la mayor cantidad de eventos internacionales para sumar sellos en su pasaporte y millas turísticas.
Y digo que es turismo porque, cuando un dirigente viaja constantemente al extranjero -ya sea con fondos nacionales o pagados por la Federación Internacional- y no trae nada para su deporte: ES PURO TURISMO.
Por ello, se le debe poner fin a este turismo deportivo que sigue vigente en diferentes federaciones y destinar estos recursos para las necesidades de los atletas.
Y, por si fuera poco, actualmente Ramírez se encuentra en el Mundial de Atletismo de Doha, Qatar, acompañando al atleta José Andrés Mijangos, que unicamente iba a intentar romper “el récord nacional de los 200 metros planos”. ¡Por favor! ¿No podía hacerlo en un evento más barato local o centroamericano?