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Zacatecoluca respaldó a líder Anastasio Aquino, cacique de las gestas por el respeto indígena. Analco, no fue sólo espectador…

Wilfredo Mármol Amaya

Psicólogo y escritor viroleño.

Anastasio Aquino, nacido en Santiago Nonualco para convertirse en el primer líder que buscó mejores condiciones de vida para su pueblo, que garantizaran tierra, trabajo, respeto y el reconocimiento a la dignidad para el indígena cuscatleco, que a  escasos 13 años de la independencia de 1821 dejó a un pequeño grupo de nuevos propietarios de la también vida nueva, distinguida por el deseo de “entre más ganancias mayores deseos de enriquecimiento” a costa del hambre, el despojo de lo que fuera posible, eliminando tierras ejidales y el establecimiento legal de las injustas Encomiendas  y Reparticiones  para garantizar a los españoles y allegados a convertirse en una clase social por el hecho de  ser propietarios  de la tierra, además de usufructuar sus cosechas y el cobro desmedido  de los tributos impuesto al indígena, en el marco de la nueva república en construcción.

La espiritualidad ancestral, es la parte más importante de los habitantes Nonualcos porque por su medio aprendían a dirigir su vida con la natal Madre tierra y seguir con todas las costumbres que había que llevar en la vida nahuat que dirigían los tatas mayores o avanzados en el estudio de la espiritualidad ancestral, porque el creador y los demás creadores tenía que ser respetado y así los demás elementos de la natal vida social. Escoto. Jorge. A. (1973). El poblamiento náhuat en El Salvador y otros países de Centroamérica. (1ª ed.) “Los guías espirituales eran los encargados de llevar cada una de las ceremonias de todo el calendario junto con las actividades de bendecir la tierra y demás actividades de cada solsticio que se tenía que hacer en el año tanto en invierno como el verano para bendecir las cosechas como para proteger a la comunidad de otras tribus o guerras”. Esto nos demuestra que hubo antes de la llegada del invasor español cacicazgos Nonualcos en que estaban distribuidos en pequeños de acuerdo con la cantidad de habitantes que tenía cada cacicazgo junto a los calpullis parecidos a una confederación de naciones libre pero con poder político dentro de los consejos espirituales y militares. Estos a su vez estaban estratificados de las siguientes maneras:

– Cacique; Guía espiritual (lo que nosotros conocemos como un religioso o chaman, pero este tenía a su cargo otros más que estaban progresando en la espiritualidad ancestral) cuando no era el cacique de la tribu; Guerreros; Comerciantes; Artesanos; Loceros; Cazadores; Macehualtin-cultivadores de la tierra. América colonial de 1516 a (antes indias  occidentales) 1821. Tomado de Escoto. Jorge. A. (1973). El poblamiento náhuat en El Salvador y otros países de Centroamérica. (1ª ed.)

 

Con la independencia se redactó la proclama y se comisionó a don Cecilio Gómez para que fuera portador de la nueva a los pueblos de Santiago, San Juan y San Pedro Nonualco, Analco y Santa María Ostuma, que en respectivos oficios manifestaron que se adherían a la justa y santa causa de la Independencia: “Ha llegado el día feliz, aquel día que nuestros padres esperaron con ansias, y cerraron sus ojos antes de verla. Feliz? Feliz una y mil veces por ser principio de todas nuestras felicidades, serán ya felices, nuestros pueblos, nuestros campos y sus frutos, no se oirá ya jamás la voz de sedición, ni volveremos a ver persecuciones decididas y sangrientas contra aquellos que han manifestado el verdadero amor a su Patria y aunque con harto dolor nos avergüenza el decirlo, pero hemos experimentado hasta aquí lo que las demás naciones por bárbaras que sean no creerán por ser opuesto a las leyes generales de la humanidad….” Historia Moderna de El Salvador, pág. 89-90

Referente a Las Encomiendas y Reparticiones, Segundo Montes, sacerdote jesuita de la UCA asesinado en la masacre del Batallón Atlacatl en noviembre de 1989, señala: “Hoy nos parece insostenible el que se pueda conquistar un país y colonizarlo por la fuerza a costa de muchas vidas y destruyendo la cultura y las instituciones sociales, religiosas, económicas y políticas y no encontramos razones que no ya digamos las puedan justificar, pero ni siquiera excusar. Pero aquéllos eran otros tiempos, y aún no se había desarrollado una conciencia plena de la dignidad de los pueblos y de su cultura. Dos eran principalmente las justificaciones que se daban para ese cometido: por un lado la cristianización de los infieles, confiada a los soberanos cristianos como una misión que les incumbía en razón de su dignidad recibida de Dios -de acuerdo a la opinión vigente en la época-, y delegada a través del Romano Pontífice representante de Dios en la tierra; y por otro lado el concepto que se tenía de que los americanos, así como los africanos y demás «primitivos» eran inferiores, como niños, e incluso «no-hombres» –concepto del que no se libró ni siquiera el mismo Las Casas, quien inconsecuentemente abogó por la introducción de negros esclavos en las Indias, para que no se esclavizase a los naturales). Además, en relación Encomiendas y Reparticiones que se exigían a los indígenas salvadoreñas, latinos y antillanos, Segundo Montes, señala: “…hemos podido comprobar la importancia que se le daba en la Colonia a la Encomienda y Repartimiento, así como la finalidad que siempre se le adjudica. La encomienda, y el repartimiento, es una institución a la que hacen referencia obligadamente todos los autores que estudian la época colonial, así como los Cronistas

… «Los instruyan e informen en las cosas de la fe…», y paguen al año a la Cámara un peso de oro por cada cabeza de indio (pág. 16).” El compadrazgo: una estructura de poder en El Salvador, Segundo Montes, Digitalizado por Biblioteca »P. Florentino Idoate, S. J. ‘‘Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

LIDER ANATASIO AQUINO

Pero hubo una persona indígena nonualca que organizó al primer batallón de indios para defender, representar a los indios y luchar por mejores condiciones de vida.

Matilde Elena López, narra la insurrección de los pueblos Nonualcos en 1833, al mando del Tayte (cacique) Anastasio Aquino, obra que argumenta el levantamiento militar del indio Anastasio Aquino, jefe de las tribus nonualcas, en el año 1833. Balada de Anastasio Aquino: teatro.

En su obra teatral, Matilde Elena López, nos presenta una obra que “se podría considerar que es la parte de la vida de Anastasio Aquino en la que cobra conciencia de la condición de explotación en que vive el indio, recibiendo maltratos del patrón, reclutamiento forzoso y en general viviendo en forma mísera. Anastasio busca a través de la lucha liberar a los demás de todas las formas de explotación.”

Su lucha fue evitar que los señores continuaran despojándolos de las tierras, además de que pretendían tomar el poder. Los pueblos de Santiago y San Juan Nonualco (El Salvador), Analco, parte de la villa de Zacatecoluca y otros pueblos vecinos de la capital, respondieron al llamado de la rebelión. Aquino llegó a contar con tres mil hombres, en su mayoría indígenas. Poseía una extraordinaria capacidad organizativa, un arrojo temerario y un valor a toda prueba. Afirmaba que nunca había conocido el miedo, que no le temía a nada ni a nadie. Aunque ganó muchas batallas, finalmente le dieron caza en Tacuazín.”

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