Madrid/dpa
Dos derrotas consecutivas, lecturas controvertidas de partidos, titulares indiscutibles cada vez más discutidos o discurso lineal son algunos de los argumentos que llevaron a Zinedine Zidane a perder su aura de «intocable» en el banquillo del Real Madrid y quedar expuesto a la crítica mientras los resultados flaquean.
La derrota 3-1 ante el Tottenham del miércoles llegó tres días después de caer 2-1 ante el Girona, dos resultados que generaron enormes dudas sobre un Real Madrid diseñado no ya para ganarlo todo, sino para marcar un ciclo sostenido en el fútbol continental.
Por supuesto, el equipo blanco sigue aspirando a los títulos, pues la temporada está en sus albores. Pero en la Liga española está a ocho puntos del Barcelona, toda una losa, y en la Liga de Campeones parece abocado a ser segundo de grupo y esperar a un primero como rival. Es decir, encomendarse a la suerte si no quiere tener un cruce duro.
La gravedad de la situación no llega tanto por los resultados, que también, sino por la imagen que está ofreciendo el equipo. Con su entrenador al frente.
En el mítico Wembley se manifestaron una por una todas las carencias que está mostrando el Real Madrid en las últimas semanas. Se trata de un equipo larguísimo, con problemas para desordenar a su rival, con una fragilidad defensiva impropia de un grande y con muchos jugadores en evidente baja forma. Son los casos de Marcelo, Sergio Ramos, Luka Modric o Karim Benzema.
Zidane quedó hoy muy señalado por la prensa y «Marca» aseguró que el Real Madrid «tocó fondo». Para «As», «ya empieza a alargarse la impresión de que esto no es lo que era».
Por segundo encuentro consecutivo, un rival le planteó un partido con tres centrales y líneas muy juntas. Y el Real Madrid volvió a bloquearse. Como ocurrió ante el Girona, todo lo que se le ocurrió a Zidane frente al Tottenham fue adelantar a sus laterales y después llenar el equipo de delanteros. Sin resultados, salvo evidenciar un notorio desorden.
El equipo de Londres fue idéntico al de Gerona, lo que alimentó la idea de quienes aseguran que Zidane tiene una especie de «trato de favor» con algunos futbolistas, independientemente de su estado de forma. Además, no hizo cambios hasta el minuto 73.
El discurso del técnico francés tras la derrota de Wembley fue idéntico al de tres días atrás: «No estoy preocupado y nunca lo voy a estar».
Pareció una consigna desde dentro, pues Cristiano Ronaldo se manifestó con idéntica tendencia: «La gente olvida muy rápido lo bueno. Crisis jamás. Podemos perder tres o cuatro partidos, pero nunca hay crisis. No hay que olvidar lo que hemos hecho».
Pero lo cierto es que un equipo como el Real Madrid «no vive del pasado», como suele afirmar su presidente, Florentino Pérez, y le urge cambiar la tendencia perdedora en la que se ha instalado si no quiere tener una temporada larga y difícil.
Todos los ojos se vuelven ahora hacia Zidane, el instigador del mejor Real Madrid en tiempos que, sin embargo, tiene ahora sumido al equipo en un bache profundo.