Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
“Venimos trabajando desde 1981, con 250 mujeres bordadoras, tejedoras y colectivos de producción de pollo, pan y huertos. Es el trabajo que estamos haciendo las mujeres. Y nuestros derechos al trabajo, tierras y cultura, no han sido respetados”, resumió Micaela Hernández Meza, mujer indígena de San Cristóbal de las Casas, en los altos de Chiapas, México.
En el marco de la conmemoración del Día Nacional de la Persona Trabajadora de la Maquila, se realizó este 2, 3 y 4 de julio el “XI Encuentro Regional de Trabajadoras de Centroamérica y México, que aglutina a diversas organizaciones de trabajadoras, quienes se pronunciaron sobre la situación y derechos laborales de las mujeres de la maquila. Y honraron la memoria de Elia Yadira Rodríguez (Honduras), por sus aportes a un mundo más justo.
Micaela, quien habla las lenguas tzeltal y tzotzil y pertenece a la organización Kinal antsetik, señala que la resistencia como mujeres organizadas se ha enfocado en no permitir semillas transgénicas, el plagio de sus textiles y los monocultivos del hule y la palma aceitera por dañar la tierra.
“En nuestra tierras se maneja mucho lo de los transgénicos en semillas o plantas. Es engaño cuando te dicen vas a mejorar en tu trabajo y no vas a vivir de pobre, la gente lo cree y no es cierto. Y nos han dañado porque China ha manejado los textiles, y tenemos plagios de tejidos y bordados”, denunció Micaela Hernández.
La precariedad de los derechos laborales se intensificó con mujeres de la maquila, las bordadoras a domicilio y trabajadoras domésticas, en el marco del COVID-19, luego que empleadores no han respetado protocolos y medidas de prevención, entre otros abusos a sus derechos humanos.
Monserrat Arévalo, coordinadora de Mujeres Transformando, reiteró que el Coronavirus visibilizó la crisis más profunda de sostenibilidad de vida de la humanidad. Y que el afán de amasar ganancias, la corrupción estatal y la falta de redes de solidaridad miles de hogares continúan siendo impactados.
“Para las mujeres de Centroamérica y Chiapas, la pandemia del coronavirus ha significado destrucción de las fuentes de empleo e ingresos, aislamientos familiares y comunitarios, así como el incremento de la violencia intrafamiliar. No obstante, como mujeres estamos luchando por nuestra supervivencia”, acotó Arévalo.
En cuanto al aumento al salario mínimo, anunciado por el presidente Nayib Bukele, y que ha retomado el Consejo del Salario Mínimo, Arévalo opinó que desconocen los “estudios técnicos” que deben haber realizado para una propuesta de esta magnitud. Y lamentó, que se esté haciendo una “práctica”, el aprobar leyes o emitir decretos sin una base de discusión o debate.
“Nosotras no hemos participado en este proceso de construcción de política pública, pero lo que dicen es que, incluyeron al sector maquila, porque tenemos un salario fraccionado de la actividad económica. En este momento no sabemos cuál es la reacción de la empresa privada, si lo va absorber, evidentemente las empresas pueden mejorar los salarios para que sus trabajadores puedan mejorar su calidad de vida”, acotó.
No obstante, la coordinadora de Mujeres Transformando indicó que la realidad es otra para las mujeres en el mercado laboral. Como las bordadoras a domicilio, que desde el año 2017 aprobaron un salario de 300 dólares, pero lo que ha ocurrido es que reciben 2 o 1.50 de dólar por pieza, que deben pagarles ahora, solo reciben un dólar u 0.80 centavos.
“Aquí no hay instancias que garanticen estas situaciones, ahora alegan que es por la pandemia, entonces, estamos a la expectativa. Y con respecto al Bitcoin, lo que hemos escuchado de las trabajadoras es una negativa a aceptarlo, ni que les paguen con ella. Muchas no tienen ni teléfono inteligente para contar con esa aplicación y les preocupa que sea una moneda irrastreable, sumamente volátil y que se use en transacciones de dudosa procedencia”, reafirmó.
Otra demanda de las trabajadoras a nivel centroamericano y México es lo relacionado con los permisos de salud, y especial la aplicación de la vacuna por COVID-19; denunciando que les descuentan el día y el séptimo, que Arévalo consideró totalmente ilegal, porque es un derecho de las trabajadoras en el contexto de la pandemia.
“Las mujeres se han vacunado y han tenido que seguir laborando, indistintamente, hayan o no presentado reacciones por la vacuna. Y cuando las mandaron a sus casas durante la cuarentena les suspendieron sus contratos, y esos son salarios no recuperados y en esto tienen responsabilidad los empresarios, el Estado y las transnacionales que se quedan con la tajada más grande del pastel”, reiteró.
Asimismo, presentaron una serie de propuestas y acciones de resistencia que establecerán como las movilizaciones en favor del respeto a los derechos humanos y laborales de las mujeres. Las denuncias de los objetivos de privatización o destrucción de la vida, que se encuentran en la creación de Zonas Económicas de Desarrollo (ZEDES).
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